28 de enero de 2018

51º  CARTA
Julio de 2011

       Querido Pablo:

       Espero que después de nuestra última conversación telefónica te hayas quedado completamente tranquilo. Si, ya he recuperado mi humor normal y estoy contenta porque como dicen los intelectuales, he “interiorizado” mi situación y ahora siento de verdad que la mala temporada ha concluido; así que no te preocupes porque vuelvo a estar perfectamente, palabra de honor.
       Y para que veas que me encuentro animada, voy a contarte unas cuantas cosas positivas, muy pequeñas, pero que para mí son importantes y me hacen recuperar el optimismo. En primer lugar, ya no debo retener líquidos porque mis cuatro extremidades has recuperado su tamaño normal; ya me veo los huesos de los tobillos y me baila el reloj en la muñeca, así que el problema se ha resuelto por si sólo como decía la oncóloga, a base de mucho agua, tiempo y paciencia.
En segundo lugar, empiezan a salirme las cejas y las pestañas; lo hacen con timidez y muy despacio, pero se va notando si te fijas mucho. Te parecerá una bobada, pero este detalle me alegra una barbaridad porque la calvicie está perfectamente resuelta con la peluca, pero cada vez que me miraba al espejo y me veía la cara tan pálida y tan desnuda me sentía fatal.
Es que la peluca me ha resultado comodísima desde el primer momento, pero nunca he sabido pintarme bien los ojos porque pensaba que no me hacía falta.
Recordarás, y si se te ha olvidad te lo voy a pasar por las narices ahora mismo, que yo tenía (¡ay! ¡Tenía!) las cejas y las pestañas muy negras y espesas, así que sólo necesitaba un poco de sombra en los párpados y un brochazo de colorete para estar tan compuesta y arregladita.
       Por ese motivo, cuando me he visto en la necesidad de pintarme cejas artificiales y hacerme raya en los ojos las he pasado canutas porque tardaba horrores y encima no me quedaban nada bien.
       Recuerdo que una tarde al ir a despedirme de Diego le vi desternillarse de risa porque según él me había pintado unas cejas clavaditas a las de Zapatero, y encima una más alta que otra. Lo malo es que tenía razón, así que tuve que lavarme la cara y volver a maquillarme con un poco más de gracia.
       Lo que me tiene bastante preocupada es que en la cabeza sigo teniendo solamente el escaso pelo que no se me ha caído durante el tratamiento, y que además de ser poquísimo se nota muy fino al tacto, parece pelusa en vez de pelo normal. Bueno, tendré paciencia y haré lo que me aconsejó una enfermera: cortármelo casi al rape con maquinilla cada dos o tres semanas, para que se vaya fortaleciendo y también para eliminar la parte quemada por la quimioterapia.

      
       Y como estoy animada, ya he hecho planes para lo que queda del verano: me voy a la playa del uno al veintiocho de agosto, a nuestro apartamento de la Costa Dorada.
Ya sé que no es un plan demasiado excitante, pero no estoy en condiciones de viajar mucho porque me canso fácilmente, así que pienso dedicarme sólo a cuidar mi maltrecho cuerpo: comer bien, descansar mucho y hacer excursiones cortitas y relajadas a los pueblos de los alrededores con mis amigos de Barcelona; ya he hablado con ellos y van a estar el Calafell casi los mismos días que yo.
      
       Les he explicado que no tengo el cuerpo para muchas alegrías y lo han entendido, pero la verdad es que a pesar de las limitaciones me apetece cada día más encontrarme allí; después de pasar nueve meses enterrada como un tubérculo, la idea de estar al aire libre paseando, bebiendo una “clara” en el puerto frente al mar o tumbada en una hamaca simplemente mirando el cielo sin pensar en nada me parece… bueno, maravillosa.

       Así que además de eso quiero: a) engordar tres quilos, b) ir casi todo el día en bañador y chancletas, c) mirarme al espejo y verme buen color, no esta cara de endivia que tengo ahora, y lo más importante d) pensar que ya estoy bien, del todo y definitivamente.

       Como puedes comprobar, esta carta es mucho menos deprimente que la anterior, ya se ha disipado el nubarrón y noto que empieza a lucir el sol sobre mi cabeza.
       Dentro de unos días te confirmaré mis planes, por si surgiera algún cambio a última hora, y mientras espero tu próxima llamada, te mando un gran abrazo.


       ¡Hasta pronto!


No hay comentarios:

Publicar un comentario