47º CARTA
Querido Pablo:
Apunta esta fecha con letras mayúsculas:
24 DE
JUNIO DE 2011
¡ESTOY CURADA!
Así, tal y como lo
estás leyendo: estoy sana, limpia de polvo y paja, rozagante, resplandeciente y
todo lo que se te ocurra. Me lo ha dicho la oncóloga esta mañana, acompañando
la noticia de un abrazo y un par de besos, con lo secuza y poco expresiva que había
sido hasta ahora.
Debe tener razón mi
prima Laura al opinar que los oncólogos se muestran distantes con sus pacientes
para sentirse demasiado afectados si la cosa acaba mal…
En resumen, que YA NO TENGO CÁNCER. Los análisis dicen que
estoy limpia de células malignas y que todo ha salido bien tras los seis meses
de tratamiento. Bueno, en realidad el asunto no ha terminado porque me quedan
aún tres semanas de radioterapia, tal vez algunos días más ya que, según me han
dicho, suele haber retrasos en los tratamientos por fallos o revisiones de la
máquina. Pero me da igual, hoy me siento tan optimista que el hecho
de terminar la radio
dos o tres días más tarde de lo previsto me parece una insignificancia, estoy
dispuesta a ver de color de rosa todo lo que me rodea.
Por cierto, la oncóloga no ha hecho ni caso de mi retención de
líquidos; me ha dicho que estoy eliminando restos de quimio, que tenga
paciencia porque eso se solucionará en unos días y sin necesidad de medicación,
simplemente a base de beber mucha agua y orinar mucho. Me ha citado para
septiembre, entonces me harán otra vez análisis y una mamografía de control
rutinario.
He vuelto a casa y me he dedicado durante un rato a enviar
este escueto aunque jubiloso mensaje a todos mis amigos: “Pruebas bien, estoy
curada. Besos”
Y tú has sido la
primera persona en la que he pensado cuando me he puesto a lanzar la buena
nueva a los cuatro vientos. No lo digo por quedar bien, ya me conoces, es que
contigo he estado en comunicación constante desde el primer momento y eres la
persona que más me ha apoyado.
En fin, no me quiero
poner sentimental ni llorona porque si empiezo igual no puedo pararme.
Sigo contándote cosas.
A mitad de mañana me ha
llamado desde el colegio mi amiga Lenie, una de las profesoras holandesas que
te he mencionado alguna vez, y me he emocionado mucho porque me ha contado que
al leer mi mensaje ha ido corriendo a la sala de profesores a dar la anoticia
al resto de los compañeros; me ha dicho que todos han brindado por mí con café
de la máquina, un brebaje infecto y laxante, pero la intención es lo que cuenta
¿no crees?
Le he asegurado que en
septiembre me incorporaré para comenzar el nuevo curso y entonces celebraremos
como Dios manda mi vuelta a la normalidad.
Y para acabar de rematar bien la jornada, he ido por la tarde
a mi Centro de Salud y la médico de cabecera me ha dado el alta. ¡No sabes las
ganas que tenía!
Cuando regresaba a casa con los papeles en el bolso iba
pensando que ya ha pasado todo y puedo volver a mi vida normal después de estos
ocho meses de enfermedad. Ya sé que aún me quedan quince sesiones de radio,
pero estoy oficialmente curada, eso es lo principal.
Alégrate conmigo, que
te has tragado todas mis calamidades durante estos meses y ya te tocaba oir
buenas noticias para variar.
No voy a darte las gracias por tu paciencia, te conozco y sé
que hasta te molestaría que lo hiciese, pero quiero decirte una última
cursilada: has sido la mejor compañía que he tenido durante mi enfermedad, y a
pesar de ser el amigo que vive más lejos te he sentido siempre cerca, más que
algunas personas que estaban a mi lado.
Vaya, no quiero ponerme llorona otra vez, hoy toca alegría y
voy a celebrar mi curación a lo grande cenando en un restaurante mejicano con cuatro
amigas (entre todas sumamos más de doscientos años, qué horror).
Pienso ponerme ciega de
“margaritas”, aunque tenga que volver a mi casa a cuatro patas.
¡Carpe diem y todo eso!
Abrazos, besos,… todo lo que quieras de tu eufórica
No hay comentarios:
Publicar un comentario