28 de enero de 2018

50º  CARTA

21 DE JULIO DE 2011

       Querido Pablo:

       Rodea esta fecha con fosforito verde en tu calendario: HOY he terminado la radioterapia. Ya no tengo que volver al hospital hasta mediados de septiembre, que me tocará pasar la primera ITV, o sea, hacerme la revisión periódica.

       ¿Notas con qué sobriedad expresiva te he dado la noticia, sin subrayados ni múltiples signos de exclamación? Pues es porque en el fondo no acabo de creérmelo. Soy consciente de que ya he recibido mi última sesión de radio y que para bien o para mal ya he terminado todos los tratamiento, que han durado en total casi nueve meses contando desde el día de la operación, vamos, como un embarazo sin criatura al final (gracias a Dios, sólo me faltaba “eso” a mis años) pero lo pienso con la cabeza sin sentirlo en absoluto. Estoy… no sé cómo explicártelo, desinflada, lacia, apática…

       No obstante y a pesar de esa sensación tan rara, esta mañana en el hospital he hecho todo lo que la ocasión requería: me he despedido de las enfermera, del técnico y de los otros pacientes con una sonrisa de oreja a oreja, digna de la mismísima Pantoja (“dientes, dientes…”), he asegurado esta la mar de feliz y he deseado a todos salud y curación definitiva.
Ah, el bueno de Paco me ha dado su dirección en el pueblo, me ha repetido varias veces su apellido porque es exótico y difícil de recordar (González) y ha insistido en que vaya a visitarlo cuando quiera. ¡Chúpate esa!

       Al llegar a casa he continuado haciendo lo que marca el protocolo y he mandado mensajes al móvil de todos mis amigos más fieles, te he llamado a ti y he mentido como una bellaca al asegurarte que estaba contenta y rebosante de optimismo, porque en realidad estaba ( y sigo estando) un poco sonámbula o directamente lela, como tú prefieras.

       Espero que esta sensación se vaya disipando y llegue por fin esa alegría que llevo horas pregonando a los cuatro vientos sin sentirla en absoluto. Hay que ver lo rarísimas que somos las personas humanas, como dicen los modernos…

       Bueno, voy a hacer balance de la situación. Como teóricamente estoy curada, voy a anotar en dos columnas lo positivo y lo negativo de esta experiencia mía con el cáncer, para ver qué moraleja puedo sacar de todo esto.




Allá vá:


·     ASPECTOS NEGATIVOS (lo malo primero)


1.   Soy una enferma crónica. Durante el resto de mi vida tendré que pasar revisiones periódicas y no voy a poder olvidarme jamás del maldito cáncer.
2.   Tengo sólo una teta y así seguiré hasta que me muera. Ya, ya sé que lo he elegido yo, pero me fastidia una barbaridad.
3.   Debo de tener mucho cuidado con el brazo “malo”, para evitar el dichos linfedema. Eso supone hacer diariamente una tabla de ejercicios, cosa que vengo practicando desde hace meses, y procurar a) no levantar pesos, b) no darme golpes, c) no cortarme, d) no quemarme, e) no llevar nada apretado (reloj, anillos, pulseras..), f) evitar las picaduras de insectos, y g) no hacerme la manicura en las uñas de esa mano. Creo que esos son todos los “noes”, si me acuerdo de alguno más lo añadiré al final.
4.   De momento sigo prácticamente calva, con dos o tres pestañas en cada ojo y sin cejas. Ya veremos como evoluciona esta situación.
5.   Tengo las venas muy frágiles, me hago moraduras con facilidad y me salen en las piernas unas pequeñas varices, una especie de telas de araña rojizas la mar de feas.
6.   Continúo teniendo insensibles algunas zonas de las plantas de los pies, y a ratos noto hormigueos y pinchazos en esas zonas.
7.   Las uñas siguen espantosas, amarillentas y con muchas estrías.
8.   Estoy más delgada. No llego a los cincuenta y cinco quilos (mi peso normal es de cincuenta y ocho quilos aproximadamente), he perdido masa muscular y luzco una palidez totalmente espectral.
9.   Noto que veo peor, seguro que me han aumentado las dioptrías.
10. Aún me canso fácilmente.
     Las cuestas y las escaleras me dejan sin resuello.



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      Juraría que hay algo más, pero me canso de enumerar tanta miseria. Fin.







·     ASPECTOS POSITIVOS

1.   Conservo casi intacto mi buen apetito y duermo de maravilla, igual o mejor que antes de la enfermedad.
2.   Noto que tengo una actitud más relajada y tranquila, evito las discusiones y paso olímpicamente de pequeñeces que antes me irritaban. Eso sí, en los asuntos importantes me pongo firme y no cedo si pienso que tengo la razón
3.   He leído muchísimo, he visto varias series buenas en la televisión y unas cuantas películas que merecían la pena.
4.   He intimado mucho con algunas personas que antes eran sólo amistades superficiales. Claro que también he tachado de mi lista blanca a otras que creía incondicionales… Bueno, un día de estos haré inventario definitivo, a ver qué sale.
5.   Tengo muchas ganas de volver a trabajar. Estoy convencida de que entonces sentiré que he recuperado mi vida NORMAL


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       Ya está. Llevo un rato pensando y no se me ocurre nada más, así que voy a terminar esta carta, que además de extraña me ha salido muy larga y bastante espesa. Pero cuando la leas no te preocupes porque seguro que dentro de unos días habré reaccionado y estaré la mar de contenta. Y no es que ahora esté mal, me noto rara, pero bien. Debo estar sufriendo una especie de parálisis emocional transitoria, ya se me pasará ella sola cuando quiera y verás como enseguida recupero mi estado de ánimo habitual.


       Hasta pronto, besos y abrazos



P.D.: Otra cosa positiva: por fin no se me ha quemado la piel del pecho; la tengo un poco sonrosada, como si hubiera tomado el sol, pero no me molesta. A pesar de todo la radióloga me ha repetido varias veces que no se me ocurra intentar broncearme este verano y que me ponga una camiseta cerrada para bajar a la playa, incluso cuando me bañe. Menudo incordio. Besos.


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