27 de marzo de 2017

11ª CARTA

Querido Pablo:


Ya he recibido las fotos, y aún me dura el asombro: por Dios, qué jóvenes éramos y qu´e caras más infantiles teníamos todos. En fín, no quiero ahora ponerme a pensar en aquella época, es el peor momento para que me dé un ataque de nostalgia y empiece a recordar lo guapos que fuimos y la piel tan tersa que teníamos todos; voy a seguir contando te mi vida y llego ya al día anterior a la operación.
Me empeñe en ir a trabajar hasta la víspera de mi entrada en el hospital, y aunque todo el mundo se escandalizó al saberlo, a mí me parece que fue una buena idea porque estuve entretenida hasta el final; durante el día no me daba tiempo de pensar en mi situación y por la noche caía en la cama tan cansada que conseguía dormir perfectamente.
El veintiséis por la mañana me dediqué a lo que hacemos todas las mujeres cuando vamos a estar unos días hospitalizadas: poner una lavadora, llenar la nevera hasta los topes y fregar la casa de arriba a abajo. Después de comer me atrincheré en el baño para arreglarme con vistas a la operación y fue todo muy raro. Estaba completamente tranquila y al mismo tiempo me sentía consciente de que era la última vez que estaba físicamente intacta, sin cicatrices ni mutilaciones, con mi aspecto normal. Fueron unos
momentos angustiosos, me quedé un rato en blanco plantada delante del espejo y luego me movía por la habitación como un autómata. La palabra exacta es " entumecida" , por dentro y por fuera, no encuentro otra manera de explicarte como me sentía.
Llegué al hospital a las cinco de la tarde y en cuanto subí a la habitación sospeché que me había tocado una compañera de celda muy poco prometedora: una señora de más de ochenta años con pinta de querer ver todos los programas de corazón que haya en la tele, que dormiría mal y llamaría cada dos por tres a las enfermeras; todo ello me lo figure tras echarle la primera ojeada a la pobre señora y sin el menor motivo, lo reconozco. Como verás luego, acerté en unas cosas y fallé estrepitosamente en otras, aunque terminé haciendo muy buenas migas con ella, con sus dos hijas, con la nieta y con sus primas de Ejea.
Oye, se me ha hecho tardísimo, seguiré mañana con mi odisea hospitalaria. Voy a prepararme la cena, que estoy muerta de sueño y quiero acostarme pronto. Besos.

* * *
Ya estoy aquí, y continúo con mi historia.
La primera noche en el hospital resultó completamente surrealista; Te juro que no me invento nada, que fue tal y como te la voy a contar. A eso de las diez de la noche llegó una señora sudamericana
contratada por las hijas de la señora Felisa (mi compañera) para atenderla por las noches durante su estancia en el hospital; se presento muy cortésmente diciéndonos que se llamaba Ruter, era Nicaragüense y estaba allí para cuidarnos, así que le aclaré rápidamente que yo no entraba en el lote, no fuese a querer cobrar más. Como aún era pronto y la señora Felisa ¿Sorpresa! no quería ver la tele ni a tiros, la sudamericana se instaló entre las dos camas y nos anunció muy digna:
- Voy a leerles un rato la Santa Biblia, que en sus circunstancias les va a servir de mucha ayuda y consuelo. Buscaré unos salmos "sanitarios" (¡que té parece!) muy adecuados para ustedes.
¿Salmos sanitarios! Yo no daba crédito a mis oídos, pero reconozco que captó mi atención por completo; así que abrió una Biblia del tamaño de un listín telefónico y nos endilgó. uno detrás de otro, una serie de salmos que hablaban de salud y curación, efectivamente, pero del alma, nada que ver con nuestros pobres cuerpos. Lo más gracioso de este asunto era ver la cara de la señora Felisa, que al oír la palabra Biblia esperaba una cosa muy diferente y que al cabo de un rato no pudo reprimirse, cortó en seco la lectura y puso las cosas en su sitio:
- Oye, maja, eso que lees está muy bien, pero no es la Biblia, que yo me la conozco y no se parece en nada a lo que tú nos estas recitando.
- Ay, sí señora, es la Sagrada Biblia Internacional (¡sopla!), mírela usted...
Pero a la señora Felisa no le cuadraban las cuentas, así que sacó del cajón de su mesilla un misal y contraatacó enérgicamente:
- Que no, hija, que no, que la Biblia habla del niño Jesús y de la Virgen María, de los doce Apóstoles y hasta de Moisés, no de esas cosas tan raras que estás leyendo tú.
No te puedes imaginar la discusión teológica que organizaron, seguida de una batalla de estampitas que iba sacando cada una de entre las páginas de su misal y de su Biblia; salieron a relucir por una parte la virgen del Pilar, Santa Rita, San Nicolás y Santiago Apóstol, y por la otra parte la Virgen de Guadalupe, San Martín Porres, Santa Cecilia y algún otro u otra que ya no recuerdo. La cosa terminó en tablas porque apareció una enfermera a tomarnos tensiones y temperaturas y nos mandó callar y dormir.
Yo me quedé transpuesta en varias ocasiones, pero dormir, lo que se dice dormir profundamente no lo conseguí hasta las cinco de la mañana y por poco tiempo, ya que a las siete apareció otra vez la enfermera de turno para tomarnos otra vez la temperatura y la tensión. Me dijo que me operaban a las ocho y media, la primera de la mañana, y a esa hora con toda puntualidad me sacaron de la habitación y me bajaron a un sótano helado, o eso me pareció a mí
porque empezaba a estar un poco (bastante) atemorizada.
¡ Y aquí corto, que ya vale! Anda, llámame cuando puedas y no te olvides de mí, que últimamente me tienes algo descuidada....
Hata pronto, un gran abrazo.
Nekane.
P.D. - La hija mayor de la señora Felisa nos aclaró el tema de los salmos bíblicos: Ruter, la cuidadora, era evangelista como la mayoría de los sudamericanos. Y como dijo la señora Felisa triunfalmente al enterarse:
- Acabáramos! ¿Es una hereje!
Sin comentarios....

Libro mes de abril

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Con su inigualable toque de humor y melancolía, Berlin se hace eco de su vida, asombrosa y convulsa, para crear verdaderos milagros literarios con episodios del día a día. Las mujeres de sus relatos están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo extraordinariamente reales. Ríen, lloran, aman, beben: sobreviven.


"Manual para mujeres de la limpieza" de Lucía Berlín

A través de varios relatos escritos con una prosa ágil, cruda y lúcida, la escritora parece traslucir su difícil y transgresora biografía. Se adentra frecuentemente, con mirada sensible y comprensiva en situaciones y vivencias marginales: alcoholismo, drogadicción, pobreza...

Los personajes, nada convencionales, representan muy bien aspectos de la América profunda de la segunda mitad del siglo XX, entre los que se sitúa la autora, relatando en primera persona.

Escritora poco conocida en vida y redescubierta con éxito recientemente.

María Jesús Cabañas

12 de marzo de 2017

Libro recomendado

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Título: El cuento de la criada
Autora : Margaret Atwood


El cuento de la criada es una de las novelas más perturbadoras de Margaret Atwood. Ambientada en un futuro cercano, donde la esterilidad es la norma y América se ha convertido en una teocracia, las pocas ,mujeres fértiles son "criadas" destinadas a concebir hijos para las familias privilegiadas...

7 de enero de 2017/Mujereshoy

10ª CARTA

Querido Pablo:

        ¡Aquí estoy otra vez! sigo avanzando en mi historia sin prisa (lo que me sobra ahora es tiempo...) pero sin pausa, y ya llegamos al meollo de la cuestión: los resultados de mis pruebas y la esperada  aparición del cirujano, el famoso doctor Suárez. La cosa fue así: al cabo de unos días de la consulta con la doctora me llamaron del hospital para decirme que ya habían llegado los resultados de las biopsias y que tenía que ir hablar con el cirujano. A todo esto, yo aún no le había dicho nada a mi hijo, y no era sólo para no preocuparle, es que me parecía todo menos definitivo si se enteraban únicamente las personas que se verían más implicadas, o sea, mi hermana y la Directora y el Jefe de estudios del colegio; en el fondo pensaba que podía resultar una falsa alarma y que cuantas menos personas se asustaran, mejor ¿no?.
        Bien, pues nada más entrar en la consulta y ver al médico me sentí a gusto, me causo buena impresión y ya sabes lo maniática que soy yo para esas cosas; el doctor Suárez era un cuarentón canoso y de gesto amable que me miró con cara de pena en cuanto cruce la puerta, así que me anticipé  para evitarle el mal trago y más que preguntar afirmé:
        - Las pruebas han salido mal ¿verdad?
        - Bueno han salido positivas, quiero decir que tiene usted cáncer, pero me parece que ya se lo figuraba ¿no?.
        Le dije que sí, que no me sorprendía demasiado, pero te confieso que hasta ese momento aún tenía la esperanza de que todo resultara una falsa alarma, que el tumor fuese benigno y se pudiera solucionar con una operación sencilla sin quimioterapia posterior. Pero ya ves, no he tenido suerte.
        El doctor Suárez fue prudente y no se metió en polémicas, me dejo que eligiera la opción que más me conviniese entre todas las que había y yo le conteste con claridad: mastectomía radical con eliminación de ganglios axilares y sin prótesis subcutáneas. O sea, lo más sencillo y seguro y la opción que supone la recuperación más rápida; eso sí, no pude evitar un comentario final un poco frívolo, con lo práctico y austero que me había quedado todo lo anterior:
        - A ver si me deja una cicatriz bien planita, sin fruncidos ni "culos de pollo". No es que piense ir exhibiéndola, es para que no me impresiones demasiado vérmela ¿comprende?
        Me aseguro que haría un trabajo finísimo y añadió unas frases que agradecí, porque me pareció que trataba de animarme y de decirme que mi decisión le parecía correcta:
        - Le puedo asegurar que las señoras que se deciden, como lo ha hecho usted, por la mastectomía radical sin implantes, y lo hacen convencidas, acaban más satisfechas que las que optan por la reconstrucción de las mamas. Esta intervención es más dura y complicada, el postoperatorio resulta largo y doloroso y los resultados a veces defraudan un poco a las pacientes. Aparte de que las prótesis puedan dar a la larga alguna complicación que usted, lógicamente, no va a tener nunca...
         salí de la consulta bastante animada, pero cuando llegué a casa y me quedé sola se me cayó el alma a los pies. Hablé por teléfono con Diego y lo hice con mucha serenidad, pero luego me quedé sentada en él sofá y empecé a ver las consecuencias reales de mi situación. En el mejor de los casos y suponiendo que todo vaya bien, voy a convertirme en una enferma crónica y a vivir de ahora en adelante pendiente de constantes revisiones y controles, sin contar con los efectos secundarios que puedan acarrear los tratamientos que tengan que aplicarme y las medicinas que daba tomar durante mucho tiempo; tendré, aunque eso sea lo de menos, que llevar siempre la prótesis en el sujetador, no podré ponerme biquinis ni bañadores normales, se han terminado las prendas de escote o con tirantes....No es el fin del mundo, ya lo sé, pero me resultaba durísimo pensarlo.
        Y de pronto, allí petrificada en el sofá, me acordé de una frase que me dijo una vez la madre de uno de mis alumnos: que en algunos momentos de su vida hubiera dado cualquier cosa por tener fé y pensar que todas nuestras desgracias tienen sentido aunque nosotros no podamos comprenderlo y que hay un orden superior y una razón para nuestro sufrimiento. a mí me pasa como a ella, en estos momentos me supondría un consuelo enorme pensar así, pero por desgracia no puedo hacerlo y todo esto que me esta pasando me parece un sinsentido y una calamidad enorme.
         Vaya, no quiero asustarte, no pienses que estoy hundida ni al borde de una depresión, no, estoy soberanamente cabreada y por eso termino aquí mi carta de hoy. Acuérdate de mandar las fotos que me prometiste y recomiéndame para entretener mi convalecencia, algunos libros interesantes que hayas leído últimamente. Y tranquilo, todo eso que te he contado ya pasó, ahora estoy recuperada y me encuentro bien.
        Besos.
        Nekane
       



P.D. - Releyendo lo que te he escrito me he acordado de una película tremenda: "Camino". Si la viste sabrás lo que pienso ahora sobre ella.
        Un fuerte abrazo.


Libro del mes de marzo

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Título: Tú no eres como otras madres
Autora : Angelika Schrobsdorff
Páginas : 587


(...) Tú no eres como otras madres es un relato real, como la Suite francesa de Irène Némirovsky, que nos sumerge por completo en una vida extraordinaria y que nos hace partícipes de toda su riqueza y exaltación, revelándonos a través de esa existencia toda una época: los conciertos de música clásica y las novelas de Stefan Zweig, los cabarets y la pintura moderna, el nazismo y sus terribles leyes raciales...Así como tantos y tantos personajes que existieron durante ese tiempo de irrepetible pasión y energía, y que pasan por estas páginas fascinantes: soñadores, artistas, agitadores, conspiradores, campesinos, espías, criados, intelectuales, falsificadores(...)

www.erratanature.com

9 de marzo de 2017

9ª CARTA

Querido Pablo:

No sé si esta carta va a resultar adecuada para tus masculinos ojos, porque va a tratar casi exclusivamente de la polémica organizada en torno a las prótesis mamarias externas e internas, tema de la más candente actualidad a mi alrededor; casi todas las personas que conozco me han dado ya ( incluso sin pedirla) su opinión más o menos autorizada sobre el asunto y he llegado a la conclusión de que las tetas, como decía aquel anuncio antiguo del coñac soberano, "son cosa de hombres". Lo digo porque la mayoría de los varones se han manifestado a favor de las prótesis subcutáneas y en cambio entre las mujeres ha habido diversidad de opiniones: las más jóvenes estaban a favor de las internas y las más maduras se inclinaban por las externas. muy lógico, por supuesto, las unas están en edad de presumir y lucir palmito y las otras opinan, como yo, que bastante haremos con ir encajando los años dignamente y sin buscarnos complicaciones.

La verdad es que si yo le he cogido tanta aprensión a este tema ha sido porque me he enterado de varios casos de lo más catastróficos, y te los voy a contar para que comprendas mis temores.

La primera de mis conocidas que se puso prótesis subcutáneas tuvo muchísimos dolores tras la operación, no pudo dormir en varias semanas y pasaba los días a golpe de Nolotiles; encima, al andarle hurgando y cortando músculos de la espalda le ha quedado una contractura muscular que le dificulta muchos movimientos. A una vecina le tuvieron que quitar las prótesis al cabo de un tiempo porque después del tratamiento de quimio y radio, no sé muy bien cual fue, se le convirtieron en dos tacos de madera que se le incrustaban mientras dormía y le hacían un daño horrible. La hermana de una compañera de trabajo tuvo después de la intervención quirúrgica una hemorragia que casi le cuesta la vida ya que tardaron bastante en detectar su origen por culpa de las prótesis. Y para terminar, a una de mis primas le pusieron una prótesis subcutánea a los tres años de extirparle la mama y pasó el siguiente calvario: primero tuvo que llevar un expansor o dilatador que además de hacerle daño acabó perforándole la piel por un lado; al mismo tiempo le inyectaban un líquido de relleno que escocia bastante y tenía que llevar unas vendas muy apretadas en el pecho para centrar el líquido en la zona correcta. Luego se colocaron las prótesis (tercera operación, todas con anestesia general) y una vez puesta le advirtieron que podía haber rechazo y que aquello no era eterno, que cada ocho o diez años tendría que volver a pasar por el quirófano para cambiársela. Y como dice ella:

- Encima, tanta molestia y tanto sufrimiento para acabar hecha una birria, porque ahora, entre la vejez y la fuerza de la gravedad tengo la teta verdadera caída hasta la cintura y la falsa bien erguida en su sitio. Vamos, como los cuernos de los toros "bizcos", que están uno hacia arriba y el otro hacia abajo. ¡Si me pasa ahora, para rato me pongo el dichoso implante!

Te podría contar más historias así, pero te perdono y no voy a continuar aterrorizándote; lo que tengo que hacer es confesarte que si tuviera veinte años menos y una pareja estable que me importara mucho, hubiese mandado al cuerno miedos y aprensiones y habría hecho lo que me propuso la doctora prodigio: pedir que me quitaran las dos mamas y que me pusieran unas prótesis subcutáneas bien resultonas. Lo siento si suena frívolo, pero es la pura verdad y tengo que asumir el hecho de que ni soy sensata ni práctica, soy lisa y llanamente un vejestorio que lleva bastantes años resultando invisible. Cosa que también tiene sus (pocas) ventajas...

Bueno, te dejo por hoy, he quedado con una amiga para ir al cine y a tomar una cañita con limón en "Los Espumosos", ¿Te acuerdas?
Hasta pronto, un abrazo


Nekane



P.D. - ¡Una aclaración! Aunque tú tengas dos años más que yo, todo eso de la vejez y de la invisibilidad no va contigo, a los hombres no se os pasa el arroz como a las mujeres. Además, cuando dejáis de ser jóvenes os volvéis "interesantes"....Bsss.