5 CARTA
Querido Pablo:
¡Ya estoy en casa! Hoy a las doce he salido del hospital, como te dije ayer
por teléfono. Todavía llevo un drenaje en la axila, pero el médico me ha dado
de alta diciéndome que estaré mucho mejor en casa y que en los hospitales acaba
uno cogiendo lo que no tiene; ese comentario sobra creo yo.
Te vuelvo a repetir que me encuentro bien, completamente bien salvo por la
incomodidad que me supone llevar el tubito y la botella del drenaje colgando;
no estoy cansada, ni mareada, no he tenido fiebre y no se me ha infectado
ningún punto. Lo único desagradable, drenaje aparte, es que tengo varias zonas
de la piel totalmente insensibles en la axila, el costado y el pecho y también
me noto como acorchada la parte interna del brazo, pero no se me ha inflamado
como le ocurrió a mi hermana, que lleva un brazo tremendo y la mano tan
hinchada que parece que se le va a agrietar la piel. Eso sí, me han avisado que
no cante victoria y que vaya con mucha precaución, porque un esfuerzo excesivo,
un corte o una picadura de insecto pueden provocarme el linfadema ese tan
desagradable.
Para que veas si estoy bien, al salir del hospital he ido a casa con mi
hijo y lo primero que he hecho ha sido ducharme y lavarme el pelo (¡MI BAÑO! Qué
placer); a continuación hemos ido a comer con mi hermana al restaurante de unos
clientes de Diego y confieso que me he puesto las botas: había paella mixta
regada con un tintorro que levantaba boinas, y de postre profiteroles con chocolate
caliente y un café-café de los de verdad. Todo un lujazo después de la comida
sosa del hospital.
En el restaurante nos han colocado en una mesa bastante retirada, para que los demás clientes no vieran el drenaje
que me asomaba por debajo del jersey; lo llevaba metido en una bolsa muy poco
glamurosa del Sabeco y la botella no se veía, pero el tubito sí.
Menos mal que estamos en otoño y con las gabardinas y los abrigos se notará
mucho menos; trataré de sujetar la botella con algún cinturón y espero que a lo
largo de la próxima semana puedan quitarme este incordio.
Además de resultar molesto me da un miedo horrible pisarme el tubo o
engancharlo en algún sitio y arrancármelo. ¡Qué horror, se me pone la carne de
gallina solo de pensarlo! Encima duermo fatal, tengo que ponerme boca arriba y
tratar de moverme lo menos posible, pero como no estoy cansada me cuesta mucho
conciliar el sueño y me despierto varias veces a lo largo de la noche.
Bueno, voy a dejar de lamentarme, al fin y al cabo hace sólo tres días que
me abrieron en canal; alguna molestia tendré que soportar ¿no crees?
Llama a casa a cualquier hora porque mientras lleve colgando este relicario
saldré poco.
Besos de tu recuperadísima
P.D. Voy a confesarte algo: hoy en la ducha me he atrevido POR FIN a
mirarme la herida, cosa que no había hecho aún porque me daba terror. La
cicatriz es muy larga, va desde el esternón hasta la axila y coincide con la
línea que separa la piel morena del escote de la zona blanca que cubre el
bañador; en realidad es una raya muy fina y supongo que acabará notándose poco,
pero no sabes la impresión tan tremenda que me ha causado verme en el espejo
por primera vez. Me acostumbraré, claro, aunque ha sido un impacto terrible y
he soltado unos cuantos lagrimones mientras me duchaba. En fin, ahora ya estoy
bien y te mando un gran abrazo.
Con todo cariño
Nekane