5 de junio de 2017

21ª CARTA
Enero de 2011

        Querido Pablo:
        ¿Has superado las fiestas sin incidentes dignos de mención? Quiero decir sin indigestiones, melopeas y resacas, brocas familiares, gastos excesivos, etc. Bueno, aún falta el día de Reyes, pero ahora apenas se celebra, al menos esa es mi impresión cuando miro a mi alrededor. Nosotros si que lo celebramos, y a la antigua, como cuándo éramos pequeños; este año toca poner los zapatos en mi casa la noche de Reyes y al próximo año será en casa de mi hermana, nos vamos alternando. Nos juntamos después de comer, tomamos chocolate con roscón de Reyes y abrimos los regalos que han puesto sus majestades...
        Hablando de otro yema menos grato, ayer fui al hospital para que me hicieran la primera de las pruebas que me ha mandado la oncóloga: una rentriculografía isotópica, o sea, que me miran algo del corazón. Suena muy rimbombante, pero al final se trataba de pincharme, cómo no, con el horror que les tengo a las inyecciones desde mi más tierna infancia.
         En fin, que me sacaron sangre, me explicaron que me iban a "marcar" y me mandaron a desayunar, diciéndome que volviera en una hora; al regresar me inyectaron la sangre "marcada" esperé media hora y me metieron en una sala con una camilla y una pantalla grande que me colocaron a la altura del pecho, me abarcaba más o menos desde el cuello hasta la cintura. Estuve cosa de quince o veinte minutos con el aparato girando a mi alrededor y haciendo ruidillos raros, pero estaba relajada y no me resultó incómodo; además la pantalla no me tapaba la cabeza, así que no tuve sensación de agobio en ningún momento.
        Al salir del hospital me fui a hacer unas compras y en la cola del súper me pasó una de esas cosas chuscas que me ocurren últimamente: coincidí con una vecina que me preguntó cómo me encontraba y de paso me explicó que una de sus nueras estaba también en tratamiento de quimio por un tumor mamario. Hasta aquí normal ¿no? Bueno. pues de repente se metió e nuestra conversación una señora totalmente desconocida para ambas y me soltó , sin cortarse ni un pelo, que en este momento tan difícil de mi vida debería refugiarme en la iglesia para superar el trance y soportar la enfermedad con alegría (¡¿?!) y resignación gracias a la ayuda de la fe. Ah, y no contenta con eso saco del bolso una estampita y me la dio. Me pilló tan desprevenida que metí la estampita en la bolsa del súper y me marche a casa sin decir oste ni moste. Aquí delante la tengo, es una de esas vírgenes románicas con cabeza de bombilla, y debajo pone: "Dios te ama y quiere que seas feliz". ¿Que te parece? Yo considero humildemente, que el Altísimo no tenía más que haberme dejado como estaba hace unos meses, es decir, sana, entera y razonablemente satisfecha con mi modesta y poco glamurosa vida. En fin, vamos a dejarlo, que tampoco quiero ponerme herética ni volteriana.
        Ah, que no se me olvida: mándame la lista de libros que me dijiste el otro día por teléfono, seguro que habré apuntado mal esos apellidos extranjeros porque llevaba el móvil casi sin batería y te oía a ráfagas, con muchas interrupciones.
        Que pases un buen día de Reyes y tengas muchos regalos; el mío te llegará tarde porque el correo va fatal en estas fechas, pero cuando llegue te va a gustar mucho, ya lo verás.
        Hasta pronto, un fuerte abrazo
        Nekane
       




20ª CARTA

       Querido Pablo:
        Todo llega y todo pasa, como decía la canción de Miguel Ríos. Llegaron los primeros efectos de la quimioterapia y ya se han pasado casi por completo, afortunadamente. Hicieron su aparición con toda puntualidad a las cuarenta y ocho horas del gotero y me duraron tres días aproximadamente, así que redondeando un poco te puedo decir que si me ponen los goteros un martes, al lunes siguiente he recuperado la normalidad, o casi, sólo me queda un poco de cansancio; dolor no, ni tampoco fiebre o nauseas, únicamente mucha fatiga y taquicardias cuando hago algún esfuerzo. Como puedes ver, todo bastante soportable (de momento...)
        Lo curioso es que estos síntomas los noto al revés de lo que sería lógico, es decir, que aunque duermo bien me levanto por las mañanas hecha puré y voy remontando a lo largo del día hasta encontrarme por la noche bastante mejor; yo creo que lo contrario sería lo más natural, a sea, levantarme descansada e irme apagando a lo largo de la jornada ¿no crees? Por ejemplo, una de las cosas que más me cuesta es hacerme la cama, ya ves qué tontería. Voy remetiendo la ropa por un lado y me siento en la alfombra durante unos segundos recuperándome del "esfuerzo", doy la vuelta a la cama, meto la ropa por el otro lado y vuelvo a sentarme con el corazón en la boca. Y menos mal que tengo un ajuar muy clásico, porque como tuviera que bregar con fundas y rellenos nórdicos acabaría cayéndome al suelo redonda.
        Cuando termino esta penosa tarea me arrastro a cámara lenta por las habitaciones y voy a comprar, aunque solo sea el pan y los periódicos, porque me he propuesto salir a la calle todos los días salvo que el tiempo me lo impida. Luego leo un rato, hago la comida y mientras Diego recoge la mesa y la cocina yo me instalo en mi sillón de lectura; lo tengo estratégicamente situado junto al radiador y debajo de la ventana, así tengo luz abundante y estoy calentita, que ya sabes lo friolera que he sido siempre y ahora aún más. Leo, cabeceo un rato y después me distraigo viendo alguna de las series televisivas que me grava Diego; hay algunas muy entretenidas, nada memorable, pero simpáticas. En cuestión de lecturas también he estado muy poco profunda estos días, me he atizado los treinta y cuatro tomos de Asterix  y un recopilatorio de Maitena "Todas las mujeres alteradas". Supongo que a los hombres os hace menos gracia, pero la mayoría de las mujeres opinamos que dice verdades como puños acerca de las relaciones de pareja y de los sentimientos femeninos. Ahí te mando un par de botones de muestra.
        Primer botón:
        1.- "Si él llega tarde, te pide que le calientes la cena. Si tú llegas tarde, te pide explicaciones"
        2.- " Cuando él va a bañarse, tú le dejas tallas secas. Cuando te toca bañarte a tí, él te deja el suelo mojado."
        3.- "Si aparece tu suegra, tú la atiendes. Si aparece tu mamá, él se va a dormir la siesta"
        4.- "Si él trabaja mucho, es para cuidarte. Si tú trabajas mucho, le descuidas."
        5.- "Si él habla de su trabajo, tú le escuchas. Si tú hablas de tu trabajo, él pone la tele"
        6.- " Si él "no tiene ganas", está cansado. Si tú "no tienes ganas", eres una frígida."
        Y ahí va el segundo botón:
        "Dime qué edad tienes y te diré que esperas de un hombre" :
        - Quince años: que sea guapo.
        - Veinte años: que sea divertido.
        - Veinticinco años: que sea inteligente.
        - Treinta años: que sea apasionado.
        - Treinta y cinco: que tenga "pasta".
        - Cuarenta años: que sea soltero.
        - Cuarenta y cinco: que sea sensible.
        - Cincuenta años: que sea buen compañero.
        - Sesenta años: ¡que este sano!.
        -Sin comentarios.
        Bueno, pues así ha pasado mis días de resaca química; ahora estoy casi bien y he recuperado mi ritmo habitual, un poco más lento y reposado pero sin problemas. Espero que el veneno que me están inyectando haga su trabajo a conciencia y que mientras recorre mi aparato circulatorio vaya asesinando sin piedad o fagocitando las células cancerígenas, como en los juegos de come cocos. Cuando pienso en ello me imagino una especie de circuito en el que pelean a muerte los comecocos de la quimio, gordos y rojos, contra los comecocos del cáncer, que son negros y con púas de erizo; los veo con toda claridad, correteando por mis venas y persiguiéndose unos a otros...¡Delirios de cancerosa, no te asustes!
        Para terminar te diré que me despedí del año más asqueroso de mi vida hecha un verdadero pingo porque me pilló la nochevieja en el punto álgido de la quimio; brindamos y esta vez al desearnos salud yo no añadí, como hacía siempre, que salud y algo más, me quedé con la salud a secas. Ya ves lo humilde que me he vuelto, cómo ha conseguido el cáncer bajarme los humos y moderar mis deseos desordenados.
        Una vez más, feliz once, que te traiga todo lo que deseas... y mucha SALUD.

        Besos y abrazos
        Nekane.
       
       



19º CARTA

        Querido Pablo:
        ¡UNO MENOS! ¿y sólo me quedan siete goteros! Voy a tomármelo se esta manera, a ver si consigo que se me haga más corto el proceso...
        Hoy llevo todo el día hecha un manojo de nervios tratando de notarme síntomas raros, aunque todo el mundo me ha dicho que la quimio tarda bastantes horas en hacer efecto, un par de días como mínimo; supongo que será en función de la dosis o de la clase de sustancias que te inyectan. Ya se irá viendo.
        Bien, pues voy a explicarte con detalle, como tú dices, mi primera experiencia goteril. Tal vez por eso, porque era la primera vez, anoche apenas pude dormir; había puesto el despertador a las siete, pero no me ha hecho falta, he llegado al hospital antes de hora y me ha venido muy bien porque he tardado un buen rato en encontrar la sección de Oncología. A las ocho en punto nos han ido llamando de cuatro en cuatro para sacarnos sangre y nos han dejado puesta la vía para enchufar en ella los goteros; yo me he pasado toda la mañana pendiente de la dichosa vía, me daba miedo enganchármela con el jersey o que se me cayera, no paraba de tocármela.
        Como yo tengo, según me dicen siempre, unas venas como canales, me colocaron la vía a la primera y sin dificultad, pero la enfermera que estaba frente a mí, tuvo problemas con el señor al que estaba pinchando; necesitó varios intentos, el pobre hombre se mareó y casi vuelca la bandeja con el instrumental. A mi izquierda había una señora que llevaba en el escote una especie de ladrón ( se llama "reservorio", que lo pregunté) donde le clavaban la jeringuilla para sacarle sangre, y cuando he preguntado por qué no me ponían a mi eso me han dicho que tengo buenas venas y me van a poner un tratamiento "corto". Le parecerá corto a usted, he estado a punto de decirle...
        Bueno, pues a continuación me han hecho pasar a un despacho para que la enfermera supervisora rellenara una ficha con mis datos (estatura, peso, alergias, etc) y me hiciera una serie de recomendaciones. Me ha dicho que podía irme a desayunar y que volviera al cabo de una hora para que me dijeran si me ponían el gotero o no, que eso dependía de los resultados del hemograma que me harían a continuación; por lo visto, si la analítica no sale como debe, te retrasan unos días los goteros. Luego la supervisora me ha dado unas hojas en las que me informan de todos los síntomas que puedo tener (ni te imaginas cuantos) y una lista de cosas poco recomendables: no se debe fumar, ni beber alcohol, ni tomar el sol, hay que comer bien procurando reducir las grasas y descansar todo lo posible. Todo cosas de sentido común, nada raro ni difícil de cumplir, pero a mí, al revés que a mi amiga Elena, de sexo ni media palabra. Una de dos, o piensan que no voy a tener cuerpo para esas alegrías o les trae sin cuidado lo que haga. Tendré que preguntarlo, a ver qué cara me ponen; seguro que piensan que soy una vieja verde.
        Oye, termino por hoy, que se me ha hecho muy tarde. Mañana seguiré contándote las batallitas hospitalarias.

*    *    *    *    *

        Ya estoy de nuevo contigo, y sigo sin notar el menor síntoma. Sólo ha pasado un día, pero es que estoy en vilo, casi tengo ganas de notar algo de una vez. En fin, continúo con mi relato.
        Desayuné en la cafetería del hospital, leí un par de periódicos y cuando volví al cabo de una hora me perdí por los pasillos del hospital. Yo no sé quien diseña los planos de estos edificios, pero deben inspirarse en el laberinto del Minotauro; estoy por venir la próxima vez con un ovillo de lana, por si acaso. Total, que hice unos cuantos kilómetros por los pasillos, pregunte media docena de veces y acabé llegando a la sala de los goteros con la lengua fuera; los análisis habían salido bien, me instalaron en un orejero enorme con reposapiés y trajeron nada menos que cuatro bolsas de líquidos, uno de ellos de un color rojo pasión terrorífico. Debí poner una cara rarísima, porque la enfermera se detuvo en explicarme que la primera bolsa y la última contenían solo sueros para limpiarme las venas antes y después de la quimio, que estaba en los otros dos goteros; el peor, o mejor, según se mire, era el rojo y resulta que contenía nada menos que platino, vaya nivel. Me parece un lujazo que me llenen las venas de metales nobles, sobre todo porque soy alérgica a la bisutería, pero cas me daba pena hacer pis, parece un desperdicio eso de tirar el platino por el retrete y a lo mejor es malísimo desde el punto de vista ecológico, vaya usted a saber.
        En fin, allí estuve casi tres horas, conectada a una bolsa tras otra. Leí, observe a mis siete compañeros, charle con una señora excancerosa voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer que repartía bebidas y caramelitos y por fin, a la una y media de la tarde me desenchufaron y salí huyendo.
        Volví a casa con tembleque de rodillas por la cantidad de horas que había estado sentada, pero estoy más optimista porque veo que los goteros no causan ninguna molestia, quiero decir que no duelen ni producen sensaciones raras; lo único desagradable es cuando clavan la vía, que es bastante gorda, pero el dolor dura sólo unos segundos. Vaya, que estoy muy bien, ya te iré contando cómo evoluciono a lo largo de los próximos días.
        Hasta pronto, que sigas celebrando las fiestas y disfrutando mucho. Yo, de momento, hago lo mismo.
       
        Besos para tí.
        Nekane.


UN DESPERTAR FUGAZ

Resultado de imagen de PILAR TELLO


Pilar Tello Berdún



UN DESPERTAR FUGAZ
que nunca acaba.
Unos brazos que claman acogida.

Presagios de cristal,
bronce de sueños.
Placer sobre cenizas.

Para enterrar amor
no hay que hacer fosa:
se muere con el grito de la espera.


P.Tello B.


(Premiado en la XXII Muestra Poética As.V. Salvador Allende

2 de junio de 2017)