21 de mayo de 2017

Conversaciones con el autor

Capital del desierto
25 de mayo
2017
Acaba el verano de 1958. El barrio de Las Fuentes, en Zaragoza, crece a golpe de especulación: las viviendas del grupo Girón y las del grupo Casta Álvarez aparecen de la nada junto a las viejas casitas de Rusiñol y Figueras, las de Escoriaza, las casas baratas de Montemolín, el Matadero Municipal, la parroquia de Cristo Rey, los campos de Racaud, una línea de tranvía. Zaragoza capital del desierto, crece a golpe de ladrillo...
Jorge Sanz Barajas






ASOCIACIÓN DE MUJERES MARÍA MOLINER PROMUEVE LA TERTULIA LITERARIA


HORA: 19:30 EN EL AULA PAULA ORTIZ
DIRECCIÓN: AVENIDA VALENCIA, Nº 39





18ª CARTA

        Querido Pablo:
        Esta va a ser una carta rebosante de frivolidad, no vas a encontrar en ella ni una sola idea profunda ni un sentimiento elevado, al contrario, sólo verás en estas páginas observaciones insustanciales y superficialidad a chorros. Te lo advierto, si tú tienes hoy un día metafísico harás muy bien en tirar la carta a la basura directamente, sin molestarte en leerla porque voy a contarte en ella con todo lujo de detalles mis explicaciones en busca de pelucas, gorros, boinas, turbantes y toda clase de cubrecabezas medianamente airosos y favorecedores.
         Ya sé que resultara un poco prematuro, porque ni siquiera he comenzado la quimioterapia, pero me da auténtico terror pensar que se me empiece a caer el pelo de pronto  y no tenga nada preparado para taparme la calva, así que me dedico a traquetrear a mi hermana y a mi sufrida amiga Pepa de tienda en tienda buscando tocados glamurosos que vayan con mi personalidad.
        Fuimos primero a una peluquería que me habían recomendado como la mejor en su género, especializadísima en señoras quimiadas, y salí de allí francamente molesta al ver como hacen negocio algunas personas a costa de la desgracia ajena. Las pelucas que hacen ellos son de pelo natural y van fijas, pegadas a la cabeza con silicona, o sea que no te las puedes quitar para nada, ni para dormir ni para ducharte. El proceso es así: en cuanto notas que se te empieza a caer el pelo les pides cita urgente y te rapan la cabeza, te colocan la peluca (preparada y pagada previamente, por supuesto) y cada ocho o diez días acudes allí para que te la despeguen, te acondicionen el cuero cabelludo con unos cuantos tratamientos especiales (y caros) y te  laven y peinen la peluca. Total, que te soplan mil quinientos euros por el bisoñé (doscientas cincuenta mil pesetas de las de antes) y cuarenta euros, o sea, más de seis mil pesetas, por cada sesioncita de peluquería. Me pareció un auténtico robo, qué quieres que te diga.
        El peluquero explicó, con muchísima labia, que ellos hacen todo lo posible por evitar a sus clientas traumas horripilantes; llegamos allí con nuestro pelo y salimos con peluca incrustada, sin haber pasado el shock de vernos calvas ya que ninguna sala ni cabina tiene espejos.
        Si, todo muy bien organizado, pero lo encuentro carísimo, y además vive una pendiente del dichoso peluquín; tampoco me gustaba la idea de no podérmelo quitar para ducharme y para estar cómoda en casa cuando no haya nadie al rededor, y me parecía horrible tener que dormir con la peluca encasquetada.
        Nos fuimos de allí discutiendo, unas a favor y otras en contra, pero no descarto nada todavía, aún no me he decidido. Otra tarde fuimos a una peluquería bastante más modesta y allí me enseñaron una pelucas mucho más baratas y sencillas: de pelo sintético, no pesan nada (las otras sí, parecían morriones de la guardia Real inglesa), se lavan en casa y se secan en un par de horas. Además se pueden quitar y poner fácilmente, no necesitan tratamientos especiales y si quiero que me la retoquen y me acondicionen el cuero cabelludo me cobran justo la mitad que la otra peluquería.
        Y ya por último, fuimos a una tercera que resultó ser el término medio entre las otras dos. Las pelucas eran también de quita y pon y sintéticas, algo más caras pero más bonitas (según mi hermana, las de la peluquería "barata" parecían boinas peludas) y había una variedad impresionante de modelos y colores. La peluca costaba allí trescientos cincuenta euros y te regalaban una cabecita de plástico para ponerla cuando no la usas, champú y acondicionador para pelo sintético y bonos para cuatro sesiones gratuitas de peluquería, consistentes en rapado de cabeza (si hace falta) y masaje, lavado y acondicionamiento del bisoñé. Creo que al final me decidiré por ésta, pero aún no lo sé.
        También he arrastrado a la pobre Pepa varias tardes para buscar gorras en las boutiques de complementos y me he comprado dos para la calle, con bufanda y guantes a juego; también he comprado unos pañuelos de algodón para estar por cada fresca cuando empiece el buen tiempo.
        Seguro que te estará pareciendo todo esto una bobada, pero yo creo que el hecho de preocuparme de todos estos detalles me hacen bien, me tranquiliza y así me da la impresión de tenerlo todo organizado y de controlar la situación. Me siento más segura pensando que no me va a pillar nada por sorpresa, que sé lo que va a sucederme y estoy preparada para sobrellevarlo. En fin, ya veremos cómo reacciono cuando ase de la teoría a la práctica y tenga que enfrentarme a las molestias de la quimio; espero soportarlas con buen ánimo y sin darle el tostón a nadie. De momento sigo tranquila, así que no te preocupes, llama cuando puedas y hasta entonces te mando un gran abrazo.


        Nekane


        P.D. _ Repito: si esta carta tan frívola te aburre, la tiras a la basura y te olvidas de ella. Ya te escribiré otras más profundas y filosóficas, no te preocupes. Un beso.





17ª CARTA

        Querido Pablo:
        ¡¡Aleluya!! ¡Acabo de volver de hablar con la oncóloga y tengo grandes noticias! La primera y mejor, que no necesito radioterapia, cosa que ya me había dicho el cirujano, pero me ha dado más tranquilidad que me lo confirmara esta doctora. La segunda, que me han pedido disculpas por no haberme citado antes (falta de personal, bajas maternales, muchos pacientes, ba-bla-bla...) y me ha dicho que empiezo las sesiones de quimioterapia el día veintiocho de este mes, dentro de una semana justa. ¡Por fin!
        He ido al hospital con mi hermana a las cuatro de la tarde y al llegar nos ha parecido raro que no hubiese nadie ni en la sala de espera ni en frente de la puerta de la unidad de mama; me he acercado a mirar los horarios y he visto que los dos, señora y caballero, tenían la consulta de 10:00 a 14:00 de la tarde, así que se me han alterado los pulsos imaginando un error, más retrasos, etc., pero casi al instante ha salido una enfermera y nos ha hecho pasar aunque todavía no era la hora.
        La oncóloga era joven (todo el mundo es joven ahora, los médicos, los policías, los conductores de autobús.. ¿lo has notado tu también?) y algo seca, pero es que según mi prima Concha, los oncólogos se muestran siempre algo distantes y tratan de no cogernos cariño por si les damos el disgusto de morirnos. ¿Qué prácticos verdad?
        Bueno, pues la doctora me ha dicho que me darán ocho sesiones de quimio, repartidas en dos ciclos distintos de cuatro sesiones cada una y empezaré el veintiocho de diciembre; casi parece una inocentada. También me ha explicado los efectos secundarios más corrientes de este ciclo y será mejor que te sientes antes de leerlos: caída total del pelo, nauseas y vómitos, estreñimiento, falta de apetito y mal sabor de boca, pérdida de peso, deterioro de la uñas de pies y manos, sequedad de la piel y las mucosas, cansancio y taquicardias. Francamente, no sé que es peor, que te dejen en la ignorancia o que te suelten toda esta retahíla de calamidades. Ah, y como estaré muy baja de defensas debo acudir a urgencias en cuanto tenga fiebre, porque al estar tan floja, se me puede complicar hasta el catarro más tonto.
        _ Oye, me ha dado la impresión de que eras la única paciente citada hoy y que no reciben a nadie a estas horas. Fíjate, cuando hemos llegado no había ni un alma, hemos estado aquí dentro casi media hora y al salir seguía desierta toda la planta, pasillos incluidos. ¿A que te han llamado a toda prisa por lo burra y lo xenófoba que te pusiste el otro día en Atención al Paciente?
        Me he quedado algo abochornada, pero pensándolo ahora más despacio creo que han debido abrir consulta por las tardes a causa de ese retraso acumulado que comentaba la doctora, no acabo de creer que les causara el otro día tanta impresión , pobre de mí...
        ¿Que como estoy?, me preguntas? Pues mitad contenta y otra mitad asustada. Contenta al ver que mi asunto está en marcha, y asustada por lo que se me viene encima y por lo largo que va a ser este proceso: cinco meses como mínimo, y eso si tengo suerte y pueden ponerme los goteros en las fechas previstas, porque si pillo alguna infección, aunque sea leve, me retrasarán las sesiones de quimio hasta que me recupere del todo.
En fin, de momento voy a disfrutar de la Nochebuena y de la Navidad, por si luego estoy hecha una piltrafa humana. Te deseo, como hago todos los años y este más que nunca, felices Fiestas y SALUD, alegría y SALUD, prosperidad y SALUD, y que el nuevo año sea estupendo para ti en todo. Y yo que lo vea; como decía mi abuela con muchísima razón.
       
        Besos y abrazos para tí.
        Nekane




16ª CARTA

       Querido Pablo:
        Esto te lo cuento solo a tí de forma absolutamente confidencial, y como te atrevas a repetírselo a alguien, a quien sea, lo negaré y además te retiraré el saludo durante una temporada. Es que en el fondo me da cierto bochorno contarlo, aunque lo chusco del caso es que mi desmadre ha resultado de lo más eficaz. En fin, menos rodeos y al grano: Ayer me levante con ánimo guerrero y tras enjaezarme con los pendientes de perlas y el abrigo de piel de mi madre me planté en el hospital a primera hora de la mañana. Lo de los pendientes y el abrigo era una cuestión de "atrezo", para dar la imagen de señora bien de toda la vida capaz de hacer llamadas telefónicas a mover influencias; como puedes comprobar, iba desde el principio con malas intenciones.
        Busqué Atención al Paciente y en cuanto me senté enfrente  a la secretaria, enfermera o lo que fuese, le solté de un tirón y sin titubear (lo llevaba ensayado de casa) mi profunda preocupación por el abandono en que me tienen; dí todo tipo de fechas y detalles, y cerré la solfáma con estas perlas escogidas:
        _ Claro, el caso sería muy distinto si yo fuera un inmigrante, a ser posible musulmán, recién llegado, sin trabajo y sin papeles. Entonces estaría a cuerpo de rey en una habitación individual, con intérprete, asistente social, psicólogo y menú a la carta ¿no? Pero como sólo soy una española que lleva toda la vida trabajando y pagando Seguridad Social e impuestos, no hace falta que se den prisa por mí.
        A estas alturas y por culpa del tremendo calor que hace en el hospital me notaba la cara y las orejas ardiendo, pero no me quité el abrigo porqué pensé que así, toda congestionada, parecía más furibunda. Lo del musulmán no era una invención mía, me lo había contado una vecina que tuvo a su madre de ochenta y tres años aparcada durante dos días en un pasillo con la cadera rota "porque no quedaban camas libres", así que yo sabía muy requetebién lo que estaba diciendo.
        Mira, ya sé que suena xenófobo, racista de mierda y todo lo que quieras, pero el caso es que la señorita que me atendía empezó a llamar por teléfono y a trastear en el ordenador para acabar diciéndome, la mar de obsequiosa y atenta:
        _ Señora, vuelva a su casa tranquila que en esta semana tendrá noticias nuestras, se lo aseguro. La llamaremos por teléfono o le enviaremos una carta para que acuda a su oncólogo y pueda comenzar el tratamiento, que tiene usted razón y le vamos a solucionar el problema, sobre todo no se ponga nerviosa...
        Me dejé apaciguar un poco, no mucho, y me fui de allí con un taconeo digno de Carmen Amaya; de vuelta a casa hice un alto para tomarme un café con leche y dos churros (las rabietas me dan hambre) y no había hecho mas que entrar en el piso cuando oí el timbre del teléfono. No te lo vas a creer, era ya del hospital: el oncólogo me recibiría el próximo martes por la tarde, dentro de cinco días.
        Lo peligroso de este asunto es que he aprendido una lección malísima, y ahora estoy dispuesta a ponerme como una fiera en cuanto crea que las cosas no funcionan correctamente. Me fastidia un poco lo sucedido porque yo siempre he tratado de no organizar alborotos y suelo pecar más bien de prudente, pero el caso es que ahora me siento muchísimo mejor sabiendo que todo está ya en marcha y bien encarrilado.
        Me voy a tomar una caña y unas tapitas con dos compañeros de trabajo, para que me pongan al tanto de los últimos cotilleos laborales. Dentro de cinco días te contaré cómo ha ido la consulta con el oncólogo y todo lo que me espera a partir de entonces...
       
        Hasta pronto. Besos para tí de esta fiera corrupia.
        Nekane.


5 de mayo de 2017

15ª CARTA

Querido Pablo:
        No me he cansado de escribirte, nada de eso, es que sigo sin noticias del hospital aunque han pasado ya seis semanas desde la operación. Mi hermana me dice que tanto ella como otras mujeres que conoce y que estaban en la misma situación que yo empezaron sus tratamientos al cabo de tres semanas de la intervención quirúrgica, así que me estoy empezando a poner bastante nerviosa. Me encuentro muy bien y hago vida absolutamente normal, pero no paro de pensar que el tiempo corre y que hasta yo, que no entiendo nada de medicina, sé que es muy importante coger la enfermedad a tiempo y no dar lugar a que el cáncer pueda extenderse a otros órganos. Resumiendo, que llevo varios días preocupada e inquieta, por eso no te había escrito.
        Bueno, te voy a contar otras cosas a así nos distraemos los dos. Ayer tuve una cena "de chicas" (¡ja, ja,!, entre las cinco sumábamos más de trescientos años) con cuatro amigas de mi pandilla de la piscina. Las conozco de toda la vida porque somos socias del mismo club deportivo y tenemos más o menos la misma edad; en verano nos vemos con mucha frecuencia y durante el invierno procuramos estar en contacto, nos llamamos por teléfono y quedamos de vez en cuando para ponernos al día de nuestros asuntos. Se te van a erizar los pelos al leer esto: de las cinco mujeres, dos tenemos cáncer en el momento actual y otra lo tuvo hace varios años. Da escalofríos ¿no?
        La cena resultó bastante accidentada, porque yo llegaba convaleciente y a otra la acababan de diagnosticar un cáncer de páncreas que al parecer es una metástasis del tumor mamario que había tenido hace seis años, así que fue juntarnos las cinco y ponernos a llorar como magdalenas. Figúrate qué escena. Yo llegué a pensar que sería mejor marcharnos cada una a su casa y dejarnos de cenas, pero el caso es que el ambiente se despejó de pronto, no sé muy bien cómo, y lo pasamos estupendamente. Elena, la el cáncer de páncreas, nos contó que cada vez que va a la consulta del oncólogo tiene que contestar unos test larguísimos con preguntas así de discretas:
        _ "¿Con cuánta frecuencia mantiene usted relaciones sexuales? Marque con una cruz: Nunca, Pocas veces, Bastantes veces, Con frecuencia  "
        Y ella, soltera y sin pareja desde hace varios años, señala invariablemente el último apartado, " con mucha frecuencia" Nos quedamos mirándola bastante perplejas y nos aclaró la mar de convencida:
        _ En primer lugar no entiendo qué carajo le importa al médico mi vida sexual, y en segundo lugar no me da la real gana de que me compadezcan pensando que además de estar fatal no me como una rosca. Así, cuando me vean llegar a la consulta creerán todos que soy la folladora número uno del reino. ¡Faltaría más!
        Bueno, pues además de cenar como un buitre y reírme mucho, yo salí de allí con una idea clarísima: el lunes me plantaré en el hospital a las nueve de la mañana , buscaré la ventanilla de Atención al Paciente y no me moveré de allí hasta que sepa cuándo me va a recibir el oncólogo. Todas mis amigas han opinado que llevo mucho retraso y que no es un asunto que se pueda dejar pasar, así que haré valer mis casi cuarenta años de cotización ininterrumpida a la Seguridad Social y organizaré un buen follón si hace falta, ¡te lo juro!
        Armada de tan buenos propósitos me despido de tí hasta que tenga algo concreto que contarte. Recibe un beso de esta cancerosa enfurecida

        Nekane


14º CARTA

Querido Pablo:

        Ya he notado que te extraña lo poco que menciono dolores o molestias, pero es que apenas tengo, de verdad: no me hago la valiente, te juro que no los tuve ni siquiera cuando estaba en el hospital recién operada. Lo que sí noté desde el primer momento y todavía sigo notando, aunque haya pasado más de un mes desde la operación, es que tengo varias zonas totalmente insensibles, como acorchadas: la axila, parte del pecho y del brazo izquierdo. Quizás vaya recuperando la sensibilidad con el tiempo, no sé como evoluciona este asunto y además supongo que cada caso será distinto. Lo que me gusta es que no me ha quedado hundida la zona operada, pero tal vez será porque todavía queda algo de inflamación, ya lo iré comprobando; el cirujano me dijo que el tumor era bastante superficial y que no había tenido que tocar el músculo pectoral.
        Ahora estoy la mar de impaciente esperando que me llamen de Oncología para comenzar el tratamiento, porqué cuanto antes empiece antes acabará, pero te confieso que me da muchísimo más miedo la quimioterapia que la operación, A mi madre no le dieron ningún tratamiento porque entonces, hace más de cuarenta años, no había nada; después de operarla la mandaron a casa al cabo de una semana sin más medicación que aspirinas para combatir el dolor. Eso sí, debieron limpiarla a conciencia porque vivió cuarenta y tres años más sin ningún problema relacionado con el cáncer.
        Cambiando de tema, voy de sorpresa en sorpresa al comprobar las reacciones tan variopintas y chocantes que tiene la gente cuando se menciona la palabra "cáncer" ; bueno, algunas personas, otras se comportan con sensatez y tratan de animarme, que de todo hay en la viña del Señor, pero me llaman más la atención los comentarios raros.
Ayer me llamo una antigua compañera del instituto a la que conozco hace más de cuarenta años y con la que mantengo una relación poco intima pero muy constante; yo ya sé que es una hipocondríaca de manual y además pesimista, de las que ven siempre la botella medio vacía, pero aunque la conozco bastante bien ha conseguido sorprenderme. Me llamó ayer, por primera vez desde que estoy de baja y yo la salude de forma automática:
        - Hola, Mamen ¿qué tal estás?.
        No te lo vas a creer: se lanzo a contarme que había estado muy resfriada, que tuvo problemas digestivos y que su reuma va cada vez peor, que estaba muy cansada y además nerviosa por motivos laborales, etc. Durante casi media hora se dedicó a contarme todas sus miserias físicas y psíquicas, y cuando ya creía que iba a despedirse y a colgar el teléfono debió caer en la cuenta de que estaba hablando conmigo, la cancerosa del año, y me soltó:
        _ Ay, casi se me olvida... ¿Y tú cómo te encuentras?
No pude evitarlo, le contesté con todo el cachondeo que pude:
        _ Pues chica, después de oírte creo que estoy bastante mejor que tú.
        Y me responde ella, sin cortarse ni un pelo:
        _ Hija, no me extrañaría nada, porque tú has sido siempre mucho más fuerte que yo.
        Así mismo, con un par de narices. Pero no creas que ha sido la única que me ha dicho cosas pintorescas, ahí van unos cuantos comentarios selectos de entre los muchos que me he tragado recientemente:
        _ Bueno, hija mía, que te hayan quitado un pecho tampoco es tan grave, teniendo en cuenta tu edad ¿ no? No pensarías ir por ahí en topless ni luciendo canalillo...
        _ Chica, dentro de lo malo has tenido suerte (¿¿??) porque como esto tuyo es gravísimo todo el mundo te contemplará y te tomará muy en serio, ya lo verás. En cambio, a la pobre de mi cuñada Fina, que tiene unas depresiones tremendas, nadie le hace el menor caso.
        _ ¡Ya verás qué bien vas a dormir de ahora en adelante! Te podrás apoyar en el lado que no tienes pecho y estarás mucho más cómoda.
        _ Pero mujer, no tienes que asustarte; aunque las cosas vayan mal podrás vivir unos cuantos años más a base de tratamientos. Ten en cuenta que ahora hay tantos avances en esto del cáncer que la gente tarda varios años en morirse aunque esté fatal.
                                       *      *      *      *
        Podría seguir, no creas, pero ya te haces una idea del nivel de algunos comentarios; yo no hago ni caso, si me pilla de buenas me río y si estoy de malas tomo nota mental  ara borrar de mi agenda al cretino/a de turno, pero en general me resbalan bastante. Tú llámame cuando puedas y tranquilo, estoy físicamente fuerte, animada y con ganas de que todo esto pase de una vez.

Un abrazo muy grande.
Nekane