Querido Pablo:
No
me he cansado de escribirte, nada de eso, es que sigo sin noticias del hospital
aunque han pasado ya seis semanas desde la operación. Mi hermana me dice que
tanto ella como otras mujeres que conoce y que estaban en la misma situación
que yo empezaron sus tratamientos al cabo de tres semanas de la intervención
quirúrgica, así que me estoy empezando a poner bastante nerviosa. Me encuentro
muy bien y hago vida absolutamente normal, pero no paro de pensar que el tiempo
corre y que hasta yo, que no entiendo nada de medicina, sé que es muy
importante coger la enfermedad a tiempo y no dar lugar a que el cáncer pueda
extenderse a otros órganos. Resumiendo, que llevo varios días preocupada e
inquieta, por eso no te había escrito.
Bueno,
te voy a contar otras cosas a así nos distraemos los dos. Ayer tuve una cena
"de chicas" (¡ja, ja,!, entre las cinco sumábamos más de trescientos
años) con cuatro amigas de mi pandilla de la piscina. Las conozco de toda la
vida porque somos socias del mismo club deportivo y tenemos más o menos la
misma edad; en verano nos vemos con mucha frecuencia y durante el invierno
procuramos estar en contacto, nos llamamos por teléfono y quedamos de vez en
cuando para ponernos al día de nuestros asuntos. Se te van a erizar los pelos
al leer esto: de las cinco mujeres, dos tenemos cáncer en el momento actual y
otra lo tuvo hace varios años. Da escalofríos ¿no?
La
cena resultó bastante accidentada, porque yo llegaba convaleciente y a otra la
acababan de diagnosticar un cáncer de páncreas que al parecer es una metástasis
del tumor mamario que había tenido hace seis años, así que fue juntarnos las
cinco y ponernos a llorar como magdalenas. Figúrate qué escena. Yo llegué a
pensar que sería mejor marcharnos cada una a su casa y dejarnos de cenas, pero
el caso es que el ambiente se despejó de pronto, no sé muy bien cómo, y lo
pasamos estupendamente. Elena, la el cáncer de páncreas, nos contó que cada vez
que va a la consulta del oncólogo tiene que contestar unos test larguísimos con
preguntas así de discretas:
_
"¿Con cuánta frecuencia mantiene usted relaciones sexuales? Marque con una
cruz: Nunca, Pocas veces, Bastantes veces, Con frecuencia "
Y
ella, soltera y sin pareja desde hace varios años, señala invariablemente el
último apartado, " con mucha frecuencia" Nos quedamos mirándola
bastante perplejas y nos aclaró la mar de convencida:
_
En primer lugar no entiendo qué carajo le importa al médico mi vida sexual, y
en segundo lugar no me da la real gana de que me compadezcan pensando que
además de estar fatal no me como una rosca. Así, cuando me vean llegar a la
consulta creerán todos que soy la folladora número uno del reino. ¡Faltaría
más!
Bueno,
pues además de cenar como un buitre y reírme mucho, yo salí de allí con una
idea clarísima: el lunes me plantaré en el hospital a las nueve de la mañana ,
buscaré la ventanilla de Atención al Paciente y no me moveré de allí hasta que
sepa cuándo me va a recibir el oncólogo. Todas mis amigas han opinado que llevo
mucho retraso y que no es un asunto que se pueda dejar pasar, así que haré
valer mis casi cuarenta años de cotización ininterrumpida a la Seguridad Social
y organizaré un buen follón si hace falta, ¡te lo juro!
Armada
de tan buenos propósitos me despido de tí hasta que tenga algo concreto que
contarte. Recibe un beso de esta cancerosa enfurecida
Nekane
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