27 de abril de 2017

Libro mes de mayo

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Autor  : Jorge Sanz Barajas

Editorial  : Sibirana



Acaba el verano de 1958. El barrio de Las Fuentes, en Zaragoza, crece a golpe de especulación: las viviendas del grupo Girón y las del grupo Casta Álvarez aparecen de la nada junto a las viejas casitas de Rusiñol y Figueras, las de Escoriaza, las casas baratas de Montemolín, el Matadero Municipal, la parroquia de Cristo Rey, los campos de Racaud, una línea de tranvía Zaragoza capital del desierto, crece a golpe de ladrillo... 

13ª CARTA

Querido Pablo.


Esto va que vuela, hijo mío: ayer me dio el alta el cirujano y nos despedimos, espero que definitivamente. Estuvo muy simpático y me dijo que a partir de ahora paso a manos de los oncólogos, pero que como despedida, me iba a dar una buena noticia: no necesitaré radioterapia, "sólo" (¡Ja!) me darán quimioterapia. Bueno, pues una desgracia menos, pero yo casi hubiera preferido lo contrario. Ya se que es hablar por hablar porque no entiendo nada de medicina, pero me parece que los tratamientos de radio duran menos y no tienen efectos secundarios tan horripilantes como la quimioterapia: caída total del pelo, nauseas y vómitos, venas quemadas y endurecidas, ... En fin, que yo preferiría la radio, pero el doctor Suárez me ha explicado que como "sólo" (otra vez la palabrita dichosa) tengo dos ganglios axilares afectados será suficiente con el tratamiento de quimio; también me ha dicho que mi tumor no era de los más agresivos y que estaba en una fase intermedia. 

No me lo explico, porque en junio del año pasado me hicieron las mamografías e rutina y me encontraron limpia como una patena, así que el tumor no sería muy malo pero tenía un crecimiento francamente rápido. Bueno, como ha dicho mi hermana, podía ser peor: cabía la posibilidad de que hubiera necesitado los dos tratamientos, primero la quimio y luego la radio; eso les
pasó a dos primas mías, así que tendré que congratularme por mi buena estrella.

Ahora que te menciono a mis primas, hoy me he reído con ellas hasta las lágrimas. Hacía una mañana fabulosa y he quedado con ellas para tomar el aperitivo en el parque, actualmente llamado José Antonio Labordeta y antes Primo de Rivera ¿Te acuerdas? Hemos paseado un buen rato y luego, bien aposentadas frente a unas cañas y unas tapitas, les he comentado lo que me dijo ayer el cirujano y hemos vuelto no sé como al dichoso tema de las prótesis mamarias; entonces mi prima Laura nos ha soltado una noticia delirante:

-¡Chicas, una bomba de última hora! Como ya sabréis, para reconstruir la areola y el pezón cuando ponen una prótesis subcutánea se usa piel de la ingle o de otras zonas aún más "delicadas", ya me entendéis, de la propia paciente (-inciso aclaratorio: yo no tenía ni idea de ese detalle y se me ha puesto la carne de gallina al oírla -).

Bueno, pues según me ha contado una fuente fidedigna, los mejores pezones salen utilizando...¡tachán! ¡la piel del prepucio de un hombre! Es de suponer que el donante será el cónyuge de la cancerosa ¿no?. ¡lastima no haber sabido cuando me operaron a mí, porque os juro que se lo pido al idiota de mi marido!

Aquí intervino su hermana mayor, que trabaja en el despacho de un abogado divorcista:
- Pues más vale que no lo hicieras, porque a lo mejor te lo hubiera reclamado cuando os divorciasteis y se lo hubieras tenido que devolver. Y ahora que lo pienso, no me queda nada claro este asunto. ¿Un prepucio donado voluntariamente podría considerarse bien común, ganancial o privativo? ¡Y si el matrimonio tiene separación de bienes? ¡Aquí hay un vacío legal enorme!
Y otra de las hermanas que está soltera, protestó indignadamente:
-¿Y la que no tiene pareja, qué? Teniendo en cuenta que hay bancos de semen, habría que considerar también seriamente esta necesidad de las mujeres solas y buscar una solución para ellas. ¿Internet, quizás...?

Al llegar a este punto ya nos desternillábamos todas de risa, y ahora me vuelvo a carcajear imaginándome la cara que se te habrá puesto a ti al leer estas verdusqueces. En fin, vamos a dejar este tema, olvida las procacidades que te he contado y alégrate conmigo porque me libro de la radio y "solo" me van a envenenar con la quimio. ¡Eureka!


Hasta pronto, te mando un fuerte abrazo.

Nekane

Libro mes de abril


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Lucas Peryra es un escritor recién entrado en la cuarentena que viaja de Buenos Aires a Montevideo para recoger un dinero que le han mandado desde el extranjero  Casado y con un hijo, no atraviesa su mejor momento, pero la perspectiva de pasar un día en otro país en compañía de una joven amiga es suficiente para animarle un poco.

6 de abril de 2017

12ª CARTA

Querido Pablo:

¿Eureka! ¿Ayer me quitaron el drenaje!. No te puedes figurar la sensación de libertad de movimientos que tengo ahora, me parece mentira lo que podía llegar a molestarme el dichoso artefacto. Y esta noche ¡Por fin! podré dormir de costado, que hasta ahora, solo podía ponerme boca arriba, con la botella del drenaje en el suelo y el tubo colgando; no quieras saber las maniobras que hacía al entrar y salir de la cama para ir al baño.
Bueno, te cuento ahora lo de la operación, aunque no hay mucho que contar porque no me enteré de nada. Pese a mi avanzada edad, no me habían puesto nunca anestesia general y no tenía la menor idea de cómo iban a ser las cosas, así que aun me parece increíble, como de ciencia-ficción todo este asunto. Recuerdo que estaba en la camilla, que vino el anestesista (con gorro de los Simpson, por cierto) y me puso una vía en la muñeca; sé que estábamos hablando con toda normalidad de viajes y de vacaciones, que de pronto me preguntó como me encontraba y que al contestarle yo, algo sorprendida, que muy bien, gracias, me explico que ya estaba operada y me iban a subir a la habitación para que viera a la familia.

Increíble, en serio. Ya sé que suena de lo más cateto, pero no puedo no puedo entender que estuviera totalmente consciente y al cabo de un momento (un momento que duró cuatro horas y media) me encontrara ya operada y sin ningún recuerdo o sensación. ¡Pura magia! Será, como dice la zarzuela, que "hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad"...

El postoperatorio no fue bueno ni malo, fue inexistente, no tuve ninguna molestia y ni siquiera me dolió la herida; pude dormir toda la noche de un tirón y al día siguiente me quitaron el gotero de los antibióticos y uno de los dos drenajes, me dejaron sólo el de la axila, ese que me ha acompañado durante tres semanas, el muy c.....

Tuve unos días de hospital muy animados y con muchas visitas, porque mi compañera de celda y yo las compartimos amigablemente, así que mi hijo confraternizó con la nieta de la señora Felisa, que era de su edad, mi hermana apuntó una receta de paté casero que le proporciono una de sus primas de Ejea y yo charlé bastante con la hija mayor.

Por cierto, mi pobre compañera pasó a ser conocida como "La Mofeta" por mis visitantes, ya que cada vez que las enfermeras le cambiaban la bolsa en la que, digámoslo finamente, "evacuaba", apestaba de una horrible toda la habitación; las visitas huían al pasillo despavoridas y no entraban hasta que el ambiente volvía a ser respirable. pero yo tuve que aguantar el primer día sin poder moverme de la cama. La primera vez lo soporté estoicamente, pero después me deje de cortesías y me capuzaba debajo de las sábanas hasta que alguien me avisaba que ya podía emerger sin asfixiarme. Eso (que no era culpa de nadie, por supuesto) y la obsesión de poner la tele sin falta a alas ocho de la mañana para ver las noticias del telediario regional son las únicas pegas que le puedo poner a la pobre señora, que por lo demás era muy agradable, tuve suerte.

En cambio a mi hermana le tocó una compañera de habitación mucho más original: una gitana a la que habían operado de un tumor en la matriz. Yo me quede por la noche y creo que no volveré a presenciar en mi vida un espectáculo más estrafalario. En primer lugar no hubo manera de echar a sus acompañantes, que debían ser los integrantes de la tribu al completo: madre, hijos, marido, varios primos y un patriarca con sombrero de ala ancha y vara. El personal sanitario, completamente derrotado, se batió en retirada abandonándonos a mi hermana y a mí en aquel manicomio, hasta que a las cuatro de la madrugada la gitana anunció que se iba a su casa y efectivamente, se largó a su casa en bata y con los tubos, bolsas y drenajes a cuestas, entre los chillidos, protestas y discusiones e todos, porque cada pariente opinaba algo distinto y lo hacían todos a grito pelado. Era como una película Española de los años cincuenta., del estilo de "Bienvenido, Mr. Marshall" o "Cándido", pero rodada a un palmo de nuestros pies. Yo me divertí mucho, francamente, pero mi pobre hermana, recién operada de su cáncer de mama, debía estar completamente agotada.

Oye, me he extendido una barbaridad, lo dejo aquí. Hablando de películas, he visto la última de los Coen y no me ha parecido tan buena como dicen las críticas; claro que
a mí los "refritos" de los clásicos no suelen gustarme, prefiero casi siempre la versión antigua, la original.


Un gran abrazo de tu liberada amiga


Nekane.