5 de junio de 2017

19º CARTA

        Querido Pablo:
        ¡UNO MENOS! ¿y sólo me quedan siete goteros! Voy a tomármelo se esta manera, a ver si consigo que se me haga más corto el proceso...
        Hoy llevo todo el día hecha un manojo de nervios tratando de notarme síntomas raros, aunque todo el mundo me ha dicho que la quimio tarda bastantes horas en hacer efecto, un par de días como mínimo; supongo que será en función de la dosis o de la clase de sustancias que te inyectan. Ya se irá viendo.
        Bien, pues voy a explicarte con detalle, como tú dices, mi primera experiencia goteril. Tal vez por eso, porque era la primera vez, anoche apenas pude dormir; había puesto el despertador a las siete, pero no me ha hecho falta, he llegado al hospital antes de hora y me ha venido muy bien porque he tardado un buen rato en encontrar la sección de Oncología. A las ocho en punto nos han ido llamando de cuatro en cuatro para sacarnos sangre y nos han dejado puesta la vía para enchufar en ella los goteros; yo me he pasado toda la mañana pendiente de la dichosa vía, me daba miedo enganchármela con el jersey o que se me cayera, no paraba de tocármela.
        Como yo tengo, según me dicen siempre, unas venas como canales, me colocaron la vía a la primera y sin dificultad, pero la enfermera que estaba frente a mí, tuvo problemas con el señor al que estaba pinchando; necesitó varios intentos, el pobre hombre se mareó y casi vuelca la bandeja con el instrumental. A mi izquierda había una señora que llevaba en el escote una especie de ladrón ( se llama "reservorio", que lo pregunté) donde le clavaban la jeringuilla para sacarle sangre, y cuando he preguntado por qué no me ponían a mi eso me han dicho que tengo buenas venas y me van a poner un tratamiento "corto". Le parecerá corto a usted, he estado a punto de decirle...
        Bueno, pues a continuación me han hecho pasar a un despacho para que la enfermera supervisora rellenara una ficha con mis datos (estatura, peso, alergias, etc) y me hiciera una serie de recomendaciones. Me ha dicho que podía irme a desayunar y que volviera al cabo de una hora para que me dijeran si me ponían el gotero o no, que eso dependía de los resultados del hemograma que me harían a continuación; por lo visto, si la analítica no sale como debe, te retrasan unos días los goteros. Luego la supervisora me ha dado unas hojas en las que me informan de todos los síntomas que puedo tener (ni te imaginas cuantos) y una lista de cosas poco recomendables: no se debe fumar, ni beber alcohol, ni tomar el sol, hay que comer bien procurando reducir las grasas y descansar todo lo posible. Todo cosas de sentido común, nada raro ni difícil de cumplir, pero a mí, al revés que a mi amiga Elena, de sexo ni media palabra. Una de dos, o piensan que no voy a tener cuerpo para esas alegrías o les trae sin cuidado lo que haga. Tendré que preguntarlo, a ver qué cara me ponen; seguro que piensan que soy una vieja verde.
        Oye, termino por hoy, que se me ha hecho muy tarde. Mañana seguiré contándote las batallitas hospitalarias.

*    *    *    *    *

        Ya estoy de nuevo contigo, y sigo sin notar el menor síntoma. Sólo ha pasado un día, pero es que estoy en vilo, casi tengo ganas de notar algo de una vez. En fin, continúo con mi relato.
        Desayuné en la cafetería del hospital, leí un par de periódicos y cuando volví al cabo de una hora me perdí por los pasillos del hospital. Yo no sé quien diseña los planos de estos edificios, pero deben inspirarse en el laberinto del Minotauro; estoy por venir la próxima vez con un ovillo de lana, por si acaso. Total, que hice unos cuantos kilómetros por los pasillos, pregunte media docena de veces y acabé llegando a la sala de los goteros con la lengua fuera; los análisis habían salido bien, me instalaron en un orejero enorme con reposapiés y trajeron nada menos que cuatro bolsas de líquidos, uno de ellos de un color rojo pasión terrorífico. Debí poner una cara rarísima, porque la enfermera se detuvo en explicarme que la primera bolsa y la última contenían solo sueros para limpiarme las venas antes y después de la quimio, que estaba en los otros dos goteros; el peor, o mejor, según se mire, era el rojo y resulta que contenía nada menos que platino, vaya nivel. Me parece un lujazo que me llenen las venas de metales nobles, sobre todo porque soy alérgica a la bisutería, pero cas me daba pena hacer pis, parece un desperdicio eso de tirar el platino por el retrete y a lo mejor es malísimo desde el punto de vista ecológico, vaya usted a saber.
        En fin, allí estuve casi tres horas, conectada a una bolsa tras otra. Leí, observe a mis siete compañeros, charle con una señora excancerosa voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer que repartía bebidas y caramelitos y por fin, a la una y media de la tarde me desenchufaron y salí huyendo.
        Volví a casa con tembleque de rodillas por la cantidad de horas que había estado sentada, pero estoy más optimista porque veo que los goteros no causan ninguna molestia, quiero decir que no duelen ni producen sensaciones raras; lo único desagradable es cuando clavan la vía, que es bastante gorda, pero el dolor dura sólo unos segundos. Vaya, que estoy muy bien, ya te iré contando cómo evoluciono a lo largo de los próximos días.
        Hasta pronto, que sigas celebrando las fiestas y disfrutando mucho. Yo, de momento, hago lo mismo.
       
        Besos para tí.
        Nekane.


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