19º CARTA
Querido
Pablo:
¡UNO
MENOS! ¿y sólo me quedan siete goteros! Voy a tomármelo se esta manera, a ver
si consigo que se me haga más corto el proceso...
Hoy
llevo todo el día hecha un manojo de nervios tratando de notarme síntomas
raros, aunque todo el mundo me ha dicho que la quimio tarda bastantes horas en
hacer efecto, un par de días como mínimo; supongo que será en función de la
dosis o de la clase de sustancias que te inyectan. Ya se irá viendo.
Bien,
pues voy a explicarte con detalle, como tú dices, mi primera experiencia
goteril. Tal vez por eso, porque era la primera vez, anoche apenas pude dormir;
había puesto el despertador a las siete, pero no me ha hecho falta, he llegado
al hospital antes de hora y me ha venido muy bien porque he tardado un buen
rato en encontrar la sección de Oncología. A las ocho en punto nos han ido
llamando de cuatro en cuatro para sacarnos sangre y nos han dejado puesta la
vía para enchufar en ella los goteros; yo me he pasado toda la mañana pendiente
de la dichosa vía, me daba miedo enganchármela con el jersey o que se me
cayera, no paraba de tocármela.
Como
yo tengo, según me dicen siempre, unas venas como canales, me colocaron la vía
a la primera y sin dificultad, pero la enfermera que estaba frente a mí, tuvo problemas
con el señor al que estaba pinchando; necesitó varios intentos, el pobre hombre
se mareó y casi vuelca la bandeja con el instrumental. A mi izquierda había una
señora que llevaba en el escote una especie de ladrón ( se llama
"reservorio", que lo pregunté) donde le clavaban la jeringuilla para
sacarle sangre, y cuando he preguntado por qué no me ponían a mi eso me han
dicho que tengo buenas venas y me van a poner un tratamiento "corto".
Le parecerá corto a usted, he estado a punto de decirle...
Bueno,
pues a continuación me han hecho pasar a un despacho para que la enfermera
supervisora rellenara una ficha con mis datos (estatura, peso, alergias, etc) y
me hiciera una serie de recomendaciones. Me ha dicho que podía irme a desayunar
y que volviera al cabo de una hora para que me dijeran si me ponían el gotero o
no, que eso dependía de los resultados del hemograma que me harían a
continuación; por lo visto, si la analítica no sale como debe, te retrasan unos
días los goteros. Luego la supervisora me ha dado unas hojas en las que me
informan de todos los síntomas que puedo tener (ni te imaginas cuantos) y una
lista de cosas poco recomendables: no se debe fumar, ni beber alcohol, ni tomar
el sol, hay que comer bien procurando reducir las grasas y descansar todo lo
posible. Todo cosas de sentido común, nada raro ni difícil de cumplir, pero a
mí, al revés que a mi amiga Elena, de sexo ni media palabra. Una de dos, o
piensan que no voy a tener cuerpo para esas alegrías o les trae sin cuidado lo
que haga. Tendré que preguntarlo, a ver qué cara me ponen; seguro que piensan
que soy una vieja verde.
Oye,
termino por hoy, que se me ha hecho muy tarde. Mañana seguiré contándote las
batallitas hospitalarias.
* *
* * *
Ya
estoy de nuevo contigo, y sigo sin notar el menor síntoma. Sólo ha pasado un
día, pero es que estoy en vilo, casi tengo ganas de notar algo de una vez. En
fin, continúo con mi relato.
Desayuné
en la cafetería del hospital, leí un par de periódicos y cuando volví al cabo
de una hora me perdí por los pasillos del hospital. Yo no sé quien diseña los
planos de estos edificios, pero deben inspirarse en el laberinto del Minotauro;
estoy por venir la próxima vez con un ovillo de lana, por si acaso. Total, que
hice unos cuantos kilómetros por los pasillos, pregunte media docena de veces y
acabé llegando a la sala de los goteros con la lengua fuera; los análisis
habían salido bien, me instalaron en un orejero enorme con reposapiés y
trajeron nada menos que cuatro bolsas de líquidos, uno de ellos de un color
rojo pasión terrorífico. Debí poner una cara rarísima, porque la enfermera se
detuvo en explicarme que la primera bolsa y la última contenían solo sueros
para limpiarme las venas antes y después de la quimio, que estaba en los otros
dos goteros; el peor, o mejor, según se mire, era el rojo y resulta que
contenía nada menos que platino, vaya nivel. Me parece un lujazo que me llenen
las venas de metales nobles, sobre todo porque soy alérgica a la bisutería,
pero cas me daba pena hacer pis, parece un desperdicio eso de tirar el platino
por el retrete y a lo mejor es malísimo desde el punto de vista ecológico, vaya
usted a saber.
En
fin, allí estuve casi tres horas, conectada a una bolsa tras otra. Leí, observe
a mis siete compañeros, charle con una señora excancerosa voluntaria de la
Asociación Española Contra el Cáncer que repartía bebidas y caramelitos y por
fin, a la una y media de la tarde me desenchufaron y salí huyendo.
Volví
a casa con tembleque de rodillas por la cantidad de horas que había estado
sentada, pero estoy más optimista porque veo que los goteros no causan ninguna
molestia, quiero decir que no duelen ni producen sensaciones raras; lo único
desagradable es cuando clavan la vía, que es bastante gorda, pero el dolor dura
sólo unos segundos. Vaya, que estoy muy bien, ya te iré contando cómo
evoluciono a lo largo de los próximos días.
Hasta
pronto, que sigas celebrando las fiestas y disfrutando mucho. Yo, de momento,
hago lo mismo.
Besos
para tí.
Nekane.
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