10ª CARTA
Querido Pablo:
¡Aquí
estoy otra vez! sigo avanzando en mi historia sin prisa (lo que me sobra ahora
es tiempo...) pero sin pausa, y ya llegamos al meollo de la cuestión: los
resultados de mis pruebas y la esperada
aparición del cirujano, el famoso doctor Suárez. La cosa fue así: al
cabo de unos días de la consulta con la doctora me llamaron del hospital para
decirme que ya habían llegado los resultados de las biopsias y que tenía que ir
hablar con el cirujano. A todo esto, yo aún no le había dicho nada a mi hijo, y no
era sólo para no preocuparle, es que me parecía todo menos definitivo si se
enteraban únicamente las personas que se verían más implicadas, o sea, mi
hermana y la Directora y el Jefe de estudios del colegio; en el fondo pensaba
que podía resultar una falsa alarma y que cuantas menos personas se asustaran,
mejor ¿no?.
Bien,
pues nada más entrar en la consulta y ver al médico me sentí a gusto, me causo
buena impresión y ya sabes lo maniática que soy yo para esas cosas; el doctor
Suárez era un cuarentón canoso y de gesto amable que me miró con cara de pena
en cuanto cruce la puerta, así que me anticipé
para evitarle el mal trago y más que preguntar afirmé:
-
Las pruebas han salido mal ¿verdad?
-
Bueno han salido positivas, quiero decir que tiene usted cáncer, pero me parece
que ya se lo figuraba ¿no?.
Le
dije que sí, que no me sorprendía demasiado, pero te confieso que hasta ese
momento aún tenía la esperanza de que todo resultara una falsa alarma, que el
tumor fuese benigno y se pudiera solucionar con una operación sencilla sin
quimioterapia posterior. Pero ya ves, no he tenido suerte.
El
doctor Suárez fue prudente y no se metió en polémicas, me dejo que eligiera la
opción que más me conviniese entre todas las que había y yo le conteste con
claridad: mastectomía radical con eliminación de ganglios axilares y sin
prótesis subcutáneas. O sea, lo más sencillo y seguro y la opción que supone la
recuperación más rápida; eso sí, no pude evitar un comentario final un poco
frívolo, con lo práctico y austero que me había quedado todo lo anterior:
-
A ver si me deja una cicatriz bien planita, sin fruncidos ni "culos de
pollo". No es que piense ir exhibiéndola, es para que no me impresiones
demasiado vérmela ¿comprende?
Me
aseguro que haría un trabajo finísimo y añadió unas frases que agradecí, porque
me pareció que trataba de animarme y de decirme que mi decisión le parecía
correcta:
-
Le puedo asegurar que las señoras que se deciden, como lo ha hecho usted, por
la mastectomía radical sin implantes, y lo hacen convencidas, acaban más
satisfechas que las que optan por la reconstrucción de las mamas. Esta
intervención es más dura y complicada, el postoperatorio resulta largo y
doloroso y los resultados a veces defraudan un poco a las pacientes. Aparte de
que las prótesis puedan dar a la larga alguna complicación que usted,
lógicamente, no va a tener nunca...
salí de la consulta bastante animada, pero
cuando llegué a casa y me quedé sola se me cayó el alma a los pies. Hablé por
teléfono con Diego y lo hice con mucha serenidad, pero luego me quedé sentada
en él sofá y empecé a ver las consecuencias reales de mi situación. En el mejor
de los casos y suponiendo que todo vaya bien, voy a convertirme en una enferma
crónica y a vivir de ahora en adelante pendiente de constantes revisiones y
controles, sin contar con los efectos secundarios que puedan acarrear los
tratamientos que tengan que aplicarme y las medicinas que daba tomar durante
mucho tiempo; tendré, aunque eso sea lo de menos, que llevar siempre la
prótesis en el sujetador, no podré ponerme biquinis ni bañadores normales, se
han terminado las prendas de escote o con tirantes....No es el fin del mundo,
ya lo sé, pero me resultaba durísimo pensarlo.
Y
de pronto, allí petrificada en el sofá, me acordé de una frase que me dijo una
vez la madre de uno de mis alumnos: que en algunos momentos de su vida hubiera
dado cualquier cosa por tener fé y pensar que todas nuestras desgracias tienen
sentido aunque nosotros no podamos comprenderlo y que hay un orden superior y
una razón para nuestro sufrimiento. a mí me pasa como a ella, en estos momentos
me supondría un consuelo enorme pensar así, pero por desgracia no puedo hacerlo
y todo esto que me esta pasando me parece un sinsentido y una calamidad enorme.
Vaya, no quiero asustarte, no pienses que
estoy hundida ni al borde de una depresión, no, estoy soberanamente cabreada y
por eso termino aquí mi carta de hoy. Acuérdate de mandar las fotos que me
prometiste y recomiéndame para entretener mi convalecencia, algunos libros
interesantes que hayas leído últimamente. Y tranquilo, todo eso que te he
contado ya pasó, ahora estoy recuperada y me encuentro bien.
Besos.
Nekane
P.D. - Releyendo lo que te he escrito me he
acordado de una película tremenda: "Camino". Si la viste sabrás lo
que pienso ahora sobre ella.
Un
fuerte abrazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario