42º CARTA
24 de Mayo de 2011
Querido Pablo:
¡Acabé, acabé y ACABÉ! ¡Ya me han puesto
el último gotero, adiós quimioterapia y a la m….los líquidos venenosos! Ahora
tengo que hablar con el radiólogo y si él confirma la opinión de la oncóloga se
acabaron los tratamientos, podré recuperarme y reanudar la vida normal.
Mi abogado de cabecera, o sea, mi hijo,
me ha dicho que en cuanto pase un mes aproximadamente hable con mi médico de
cabecera y le pida el alta; está muy bien pensado, porque el uno de julio
comienzan las vacaciones y puedo irme de viaje sin estar pendiente de los
partes de baja semanales; además volverán a pagarme mi sueldo completo, que no
es lo de menos.
En fin,
que ya veo la luz al final del túnel … con permiso del radiólogo, por supuesto.
Mañana por la mañana hablaré con él, o ella, no sé el nombre, y saldré de
dudas. ¡Ya te contaré!
Hoy he ido al hospital con otro aire y le
he advertido a la enfermera que me iba a poner la vía:
-
Ya puedes esmerarte, guapa, que este pinchazo va a ser el
último. ¡Hoy acabo el tratamiento!
No sé si se ha esmerado o no, pero ha
sido el que menos daño me ha hecho, apenas lo he notado. Luego he ido a
redesayunar a la cafetería del hospital con otra paciente, esa tan rara que
toma uña de gato y viste túnicas hippies, pero hoy todo me parecía bien y en vez
de estrafalaria la he encontrado original y hasta simpática; ya ves, cuestión
de “talante”…
La oncóloga me ha sonreído muchos más
efusivamente que otras veces y me ha mandado hacer para dentro de tres semanas
aproximadamente unos análisis con muchas cosas raras: además del hemograma
habitual, enzimas con muchas siglas detrás, iones y metales, marcadores
tumorales y perfil básico de bioquímica (¿?).
Me ha
recetado unas pastillas que debo de tomar durante cinco años (mentira, mi
hermana lleva diez tomándolas, dicen cinco para despistar) y me ha citado para
dentro de un mes, entonces me dirá los resultados de todas las pruebas y
veremos si estoy ya curada.
Y como hoy tenía el santo de cara, sólo
me han puesto tres goteros y no ha hecho falta ni la inyección para las
defensas ni el gotero de hierro de la vez anterior; el hemograma de hoy había
salido estupendo y la oncóloga ha dicho que me encontraba muy fuerte.
Siguiendo
con la racha afortunada he acabado a las doce y media de la mañana, antes que nunca,
me he despedido de las enfermeras y he salido casi danto saltos por los
laberintos del hospital. Eso sí, como iba distraída he vuelto a perderme y he
aparecido en el sótano en vez de en la planta calle; he terminado de la misma
forma que empecé, totalmente desorientada.
Nada más llegar a casa os he mandado
mensajes a todos mis amigos BUENOS, los que os habéis preocupado por mí durante
todos estos meses de purgatorio, y esta tarde iré al cine para celebrarlo: veré
la última de Woody Allen, la que está rodada en París. Mañana iré a la
peluquería para que me rapen por última vez, porque la enfermera me ha dicho
que en cinco o seis semanas empezará a salirme el pelo y en otoño seguramente
podré prescindir de la peluca. ¡Bien!
Ya sé que te vas a alegrar mucho cuando
leas esta carta, espero que te compense y me perdones otras más tristonas y
deprimentes con las que te he bombardeado en mis horas bajas. Creo que no he
tenido muchas de esas, pero aunque he intentado mostrarme positiva y optimista
ha habido días en que me encontraba desanimada, la verdad, y seguro que tú lo
notabas porque me conoces muy bien.
Pero bueno, lo peor ya ha pasado y estoy
muy, muy contenta.
Recibe un montón de abrazos de tu por
fin animadísima amiga.
P.D.: En
cuanto hable con el radiólogo te mandaré un mensaje y luego te escribiré con
más detalle. ¡Un besazo!
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