31º CARTA
Marzo de 2011
Querido Pablo:
Pues
yo, como el soneto de Violante, burla burlando acabo de terminar el primer
ciclo de quimioterapia, y debo reconocer que ha resultado más llevadero de lo
que pensaba. Lo más desagradable ha sido, con diferencia , la caída de todo el
pelo, y que cuando digo todo quiero decir TODO, ya me entiendes. Fíjate que
cosa más rara: el pelo más grueso es el que se ha caído antes. Supongo que es
el proceso normal y que a todo el mundo le sucede lo mismo, pero se lo preguntaré
a las enfermeras, por curiosidad. Vaya desperdicio, con el tiempo que he
dedicado todos los veranos de mi vida a depilarme escrupulosamente y ahora, que
me he convertido en una especie de huevo duro, no puedo exhibirme en tanga ni
en biquini.
En
este momento estoy atravesando, o más exactamente soportando, las cuarenta y
ocho horas malas post-gotero; estoy tan cansada que el simple hecho de salir a
comprar cuatro cosillas por mi barrio me ha supuesto un verdadero esfuerzo.
Ahora me he instalado en el sofá, rodeada de todo lo que necesito para
entretenerme, que no es poco: periódicos, un libro, cedés, los mandos de la
tele, el vídeo y el deuvedé, una tableta de chocolate negro y una botella de
agua con limón (el agua sola me sabe rara), el móvil y una manta de viajé. Todo
desparramado por el sofá, la mesa y el suelo, para no tenerme que levantar.
No
te alarmes, no me encuentro mal, sólo cansada; acabo de averigüar, gracias a la
quimio, que Zaragoza tiene más calles en cuesta que Lisboa o San Francisco y
que la mayoría de ellas se concentran en mi barrio. Noto perfectamente la
inclinación de las calles por el esfuerzo que me cuesta caminar; acelero el
paso sin darme cuenta cuando voy cuesta abajo y disminuyo el ritmo y respiro
con dificultad cuando camino cuesta arriba, acabo resoplando como una morsa.
Menos mal que esta sensación sólo me dura unos días; al cabo de una semana
aproximadamente me voy recuperando poco a poco, aunque me parece que esta vez
me cuesta más volver a una cierta normalidad.
Hoy
he protagonizado un par de incidentes bastante cómicos. El primero ha sido con
un vecino, uno de esos señores mayores que presumen de bien conservados y van
soltando chistecitos para demostrar lo graciosos que son, especialmente si hay
mujeres a su alrededor. Resulta que estaba yo esperando mi turno en la
verdulería cuando ha entrado este buen hombre, don Ricardo se llama, y se ha
colocado junto a mí; he notado que me miraba con mucha insistencia y de repente
me ha soltado con mucho énfasis, para que le oyeran bien todas las señoras que
estaban en la tienda:
_
Qué, vecina, ¿Seguimos celebrando el Carnaval? Como
yo soy un poco lenta en captar los chistes he tardado unos segundos en
comprender lo que me decía: se estaba refiriendo a mi gorra, que es un modelito
de punto bastante llamativo, pero de eso a insinuarme que iba disfrazada... Si
fuera mala me habría arrancado la gorra para enseñarle mi calva delante de toda la tienda, pero como soy buena chica me
he limitado a sonreír sin ganas y a decirle que sí, que me encanta el Carnaval
y lo prolongo todo lo que puedo. Después he hecho mis compras y he vuelto a
casa, pero he tenido que salir otra vez a los pocos minutos y en el portal me
he dado de narices con don Ricardo, que al verme se ha puesto a un paso del infarto,
casi no le entendía de tanto como tartamudeaba. Me ha dicho que en la tienda le
habían dicho lo de mi enfermedad y que sentía muchísimo el comentario sobre mi
gorra, que le disculpara. Luego ha añadido que su segunda mujer (va por la
tercera, el muy Barba Azul) murió precisamente de cáncer y que lo último que se
le podía ocurrir a él era hacer bromitas sobre esa enfermedad. Al final he
tenido que consolarle yo y jurarle de que no me había molestado porque ya
suponía que no estaba al tanto de mi situación; el pobre hombre parecía tan
horrorizado por su "desliz" que me ha costado bastante quitármelo de
encima.
Y a
continuación, porque no se habían terminado aún las meteduras de pata del día,
he coincidido en el ascensor con la viuda del sexto piso, que me ha encontrado
"estupenda, oiga, parece mentira que tenga usted lo que tiene; pero eso
sí, la veo como más.... esterilizada" ¿Que te parece? Señor, qué paciencia
hay que tener con la gente, sobre todo con los que quieren ser amables.
Bueno
termino, que voy a prepararme la cena. Durante los días malos me olvido de las
recetas saludables y como sólamente las cosas que me apetecen, aunque sean
bastante raras. Hoy mi cena consistirá en pimientos rellenos de bacalao, jamón
serrano, queso, pepinillos con atún y un yogur con nueces. Ya sé que resulta
una mezcla se sabores francamente asquerosa, pero me apetece mucho y ahora me
concedo todos los caprichos sin el menor remordimiento, que por algo soy una
pobre enferma.
Hasta
otro día. Te mando todo mi cariño, como siempre. ¡Besos!
Nekane.
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