35º CARTA
Abril de 2011
Querido Pablo:
¡Qué sorpresa me llevé ayer al recibir tu
carta! Por un momento se me puso la carne de gallina imaginándome algo malo
(¡¡un cáncer de próstata!!) ya que la primera carta que yo te mandé fue para
anunciarte mi enfermedad, pero por suerte tú estas hecho un geranio y has
salido estupendo en las fotos. ¡Y qué mata de pelo tienes, condenado, qué
envidia mala me das!
Bueno, te cuento cosas, mejor dicho,
"cositas", porque no ha pasado
nada importante; menos mal, porque las últimas novedades han sido pésimas,
mejor que reine la más absoluta monotonía y pasen los días sin sobresaltos.
Ayer
me levanté con ánimo coquetuelo y decidí de repente mejorar mi look y
prepararme para afrontar airosamente el buen tiempo. Pensé que ya era hora de
jubilar los sujetadores que me regalaron las señoras de la A.E.C.C. cuando
estaba en el hospital, un modelito muy práctico pero feísimo, e ir a probarme
diseños más favorecedores. Ha llagado también el momento de reclamarle a la
Seguridad Social la prótesis externa a la que tengo derecho, como honrada
contribuyente que soy desde hace muchos años.
Te
estarás preguntando qué diablos he llevado hasta ahora dentro del sujetador
¿no?, pero como eres muy discreto no serás capaz de hacerme esa pregunta. Pues
mira, como yo me he vuelto una auténtica desinhibida te lo voy a contar, eso
sí, confiando en que me guardarás el secreto porque resulta un poco (bastante)
ridículo: me ponía una especie de relleno de fibra acrílica semejante al de los
almohadones, pero también he echado mano en alguna ocasión de un par de medias
viejas enrolladas e incluso de un calcetín de algodón hecho una bola. Es que en
invierno suelo ir enfundada en tres o cuatro capas de ropa y no se notaba en
absoluto lo que llevaba metido en el sujetador; con que fuera un bulto de
tamaño similar al del pecho "bueno" ya me servía, pero creo que ya va
siendo hora de que me adecente un poco más. También decidí probarme bañadores,
porque tengo intención de irme a la playa lo antes posible y con esas prendas
más sueltas no se pueden llevar unos rellenos tan cutres como los que he lucido
hasta el momento.
Así
que fui a una ortopedia dispuesta a encontrar unos sujetadores y una prótesis
adecuada y no creas que no fue una cosa fácil, no. Primero me midieron y
pesaron, y una vez decidida la talla me enseñaron varios modelos de todo,
sujetadores y prótesis; de estas últimas había dos y yo escogí la más
sencillita, una que se mete dentro del forro del sujetador sin más
complicación, pero había otro modelo más sofisticado que se adhería a la piel
con una especie de ventosas y permitía llevar sujetadores normales. Me pareció
muy poco fiable, pensé que si me inclinaba bruscamente se me podía salir la
prótesis por el escote, figúrate qué espectáculo más lamentable. Además
necesitaba una puesta en escena la mar de laboriosa, estoy segura de que me
costaría un buen rato colocármela y encima seguro que me la pondría torcida o
desnivelada.
No
te asustes, que el tema del bañador se resolvió con mucha más rapidez porque yo
gasto una 40 escasa y sólo fabrican dos o tres modelos de esa talla. Parece que
los fabricantes piensan que únicamente tienen cáncer de mama las señoras
gordas, cosa que no entiendo porque hasta ahora no se ha relacionado este tipo
de cáncer con la obesidad o el sobrepeso.
Bueno,
enseguida encontré dos bañadores que no estaban mal (ni bien, pero ya te digo
que había poquísimo para elegir) y me encuentro preparada para deslumbrar este
verano; solo falta que por esas fechas esté curada y tenga ganas de lucir
palmito.
Nada
más llegar a casa he tirado a la basura los sujetadores feos y he estrenado uno
nuevo, con la flamante prótesis bien colocada. La verdad es que la ropa sienta
mucho mejor así, pero me he quedado algo escocida por el precio; he gastado un
dineral y la prótesis está subvencionada por la Seguridad Social, pero los
sujetadores y los bañadores no.
* *
*
He
releído la carta y estaba apunto de decirte que a veces me olvido de tu
condición masculina y te cuento cosas que sólo pueden interesar a otra mujer,
pero tal vez el comentario te parezca algo ofensivo. No me olvido en ningún
momento de quién eres, faltaría más, pero me pongo a contarte mis cosas y me
sale todo sin disimulo ni censura previa. Tómatelo como un elogio, piensa que
cuando te escribo me siento tan relajada y a gusto que voy soltando todo tal y
como me pasa por la cabeza; es como si estuviera en la consulta de un psicólogo
o psiquiatra, pero mucho mejor porque además de ser gratis tengo todo el tiempo
que quiero para explayarme y encima tú me llamas al cabo de unos días para
darme opiniones, consejos y muchos ánimos.
Buenas
noches y Gracias por tu enorme paciencia. Recibe un grandísimo abrazo de tu
poco pudorosa amiga.
Nekane.
P.D._ No te lo iba a contar, pero voy a ser del
todo sincera contigo: cuando estaba en el probador de la ortopedia he tenido un
bajón de ánimo y me he puesto a llorar. No ha sido nada, cinco minutos escasos
de lágrimas y mocos; me he recuperado enseguida, pero es que al verme reflejada
en los espejos me he sentido tan mal....No te asustes, ya estoy otra vez
animada. Besos para tí, con todo mi cariño.
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