28 de enero de 2018

39º  CARTA
Mayo de 2011

       Querido Pablo:

       Bueno, pues ya me han puesto el séptimo chute, y esta vez ha ido acompañado por un gotero de hierro porque la oncóloga me ha encontrado “un poco floja”; no tan floja como para no ponerme la dosis de quimio, ¡menos mal!, pero sí algo baja de defensas. En resumen, que ha estado una eternidad en el hospital porque además de los cuatro goteros habituales me han enchufado el de hierro, que tenía un color negro espantoso, y me han advertido que no me alarme cuando vaya al baño porque así de oscuro será todo lo que mi cuerpo evacue durante unas horas, hasta que elimine todas las ferrosidades. ¡Que asco, por Dios, cuánta miseria! Ya perdonarás todos estos detalles escatológicos, pero como siempre que hablamos insistes en que te cuente todo lo que me pasa, pues ahí va todo, sin adornos ni censura.
       He salido un poco alarmada de la consulta de la oncóloga porque me ha dicho una cosa que no me hace ninguna gracia: me manda al radiólogo, (por si acaso). Le he preguntado inmediatamente si había algo sospechoso en mis análisis y me ha dicho que no, que todo va muy bien y que era sólo una medida de precaución, para asegurarnos más.
       Hijo, no sé que pensar. Creo que si la oncóloga hubiera visto algo malo me lo habría dicho, pero me he quedado bastante preocupada. He llamado a mi hermana y me ha tranquilizado bastante porque me ha recordado que a ella le dijeron que le darían radioterapia y luego, tras terminar sus sesiones de quimio le hicieron pruebas y descartaron la radio, así que tal vez a mí me ocurra lo mismo. Al fin y al cabo, tanto el cirujano como la oncóloga me dijeron con mucha seguridad que no necesitaría radioterapia por tener menos de tres ganglios afectados y haberme extirpado toda la mama, así que quiero pensar que este cambio de opinión se debe únicamente a un exceso de precauciones por parte de la médico y que el radiólogo no verá necesarios darme tratamiento. En fin, pronto saldré de dudas porque tengo que ir al radiólogo dentro de dos semanas y él o ella me dirá lo que hay que hacer.

       Le he contado todo esto a mi hijo a la hora de comer y me ha dado otra versión del asunto, la del abogado: opina que la oncóloga quiere asegurarse de que hace todo lo necesario y así protegerse de futuros problemas, porque ahora la gente pone denuncias con una facilidad pasmosa y los médicos tratan de cubrirse las espaldas para no verse metidos en pleitos. Medicina defensiva, vaya.

Ah, dentro de dos días tengo que ir a la consulta del cirujano; como puedes comprobar, voy de médico en médico, esto parece el juego de la oca.
Es por el asunto de mis dichosas verrugas, a ver si consigo que me las quiten de una vez; estoy decidida a exagerar todo lo posible las molestias que me acusas para que se apiaden de mí y me dejen la cabeza más limpia que una patena. Trataré de sacar alguna ventaja de mi enfermedad, que hasta ahora le había dado muy poca guerra a la Sanidad pública.

       Y para que veas que no te cuento sólo miserias, pongo en tu conocimiento que el sábado pasado estuve en una fiesta “country” en el Parque Grande (¿te acuerdas? Snnifff !!!). Como lo oyes hijo mío.
La organizadora una antigua amiga que es profesora de Educación Física y monitora de no sé cuántas cosas: Pilates, bailes de salón, aerobic, sevillanas, capoeira y ahora de country, perdón, de “danza en línea”, que es el verdadero nombre de este bailongo.
       Fue muy divertido. Hizo un día maravilloso y lo habían organizado de tal manera que parecíamos transportados a un “saloon” de película del Oeste o a un bar Coyote. Estuvo concurridísimo y pude charlar con un montón de gente conocida; me gustó sobre todo encontrarme con una antigua compañera de trabajo que también tuvo cáncer de mama hace cuatro años y estaba allí, lozana como un geranio y bailando sin parar. Me contó que a ella le habían puesto veintidós goteros y que estuvo más de quince meses en tratamiento, así que yo me limité a decirle que estaba animada y que me encontraba bastante bien; como comprenderás, hubiera sido una idiotez por mi parte quejarme después de oírla a ella.

       Acabo la carta, que me he extendido más de lo que pensaba. Ya te contaré qué pasa con mis verrugas /un asunto fascinante para ti, supongo), mientras tanto espero tus noticias con muchas ganas, como siempre.

       Besos y abrazos,



P.D.: Yo no bailé country, por si lo habías pensado. Siempre he sido bastante patosa para esas actividades (el “twist” fue mi mayor logro, acuérdate) y ahora me canso fácilmente, no estoy en condiciones de dar saltos y brincos. Además a mí me va lo reposado, como tú bien sabes: lectura, cine y paseos, por ese orden. Otro abrazo.




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