4ª Carta
Querido Pablo:
Esto es una despedida “temporal”, espero, porque mañana me van a ingresar y
me operarán al día siguiente, así que ésta es mi última carta antes de la
intervención; o a lo peor es la última de verdad porque no salgo viva del
quirófano. No lo digo en serio, pero estoy un poco “mosqueada” ya que cuando
hablé hace unos días con el anestesista
me di cuenta de que nunca me han puesto una anestesia general, sólo un par de
anestesias locales para quitarme un quiste de la espalda y una muela del
juicio, así que no tengo ni idea de lo que voy a sentir ahora.
Mi hermana me dice que la operación no tiene importancia desde el punto de
vista quirúrgico porque no afecta a ningún órgano vital, y que sólo consiste en
sacar la mama y los ganglios y coser luego la herida sin más complicación; me
repite “ad nauseam” que el postoperatorio es muy llevadero y que en tres o
cuatro días estaré en casa, pero qué quieres, yo no soy como aquel torero (“El
Gallo” creo que se llamaba) y que cuando un mihura le sacó un ojo de una cornada
sacudió la cabeza y dijo:
-
¡Bah!,
desperdicios
Si lo piensas desde un punto de vista práctico, más desperdicio es una teta
que un ojo, porque el ojo sirve para ver y a mí la teta, biológicamente hablando
ya no me sirve para nada, se puede considerar un mero adorno, pero a pesar de
todas estas reflexiones voy estando cada vez más asustada. Cuando hablo con
alguien disimulo y procuro sobre todo que mi familia me vea tranquila y
animosa, pero cada día me voy notando más angustiada. Es que toda esta
situación me parece absurda y tan innecesaria…Comprendo que tengamos que morir,
es algo natural e inevitable aunque a nadie le apetezca, pero deberíamos acabar
de una forma rápida y más limpia, como si fuéramos máquinas, que un día se nos
parara el motor de repente y terminara todo ahí, sin sufrimientos y sin agonías
largas. Mi abuela repetía una especie de jaculatoria que a mí me daba mucha
risa, pero que en este momento me parece acertadísima:
-“Santa Ana, Santa Ana, buena muerte y poca cama”
En fin, no quiero que te asustes al leer esto tampoco estoy tan mal. Creo
que tengo el miedo lógico en estas circunstancias, sería idiota perdida si no
comprendiera que tengo una enfermedad muy grave, mortal en ocasiones, y que me
esperan unos cuantos mese muy duros y desagradables.
Anda, llámame y no se te ocurra decir que aunque esté calva, despechada y
hecha un asco sigo siendo yo misma y valgo lo mismo, porque ya me han explicado
esto varias veces y me ha sentado como un tiro. Déjate de filosofías, tú sólo
escúchame y dame ánimos como haces siempre, eso es lo que necesito y lo que de
verdad me ayuda,
¡Hasta la vuelta del hospital!
Besos y abrazos
No hay comentarios:
Publicar un comentario