4 de diciembre de 2016

Cartas de una cancerosa


2ª Carta


Querido Pablo:


No sabes lo bien que me sentó hablar contigo anoche. Conseguiste que después de nuestra larguísima conversación telefónica (cincuenta y dos minutos, lo comprobé) me encontrara mucho más tranquila y animada; me dijiste justo lo que yo necesitaba oir y en el tono adecuado: ni falsamente optimista, con esa alegría fingida que suena horriblemente forzada, ni melodramática, estabas preocupado pero sereno y me gustó muchísimo oírte. ¡Ya sabía yo lo que hacía cuando te elegí como confidente!
Quedamos pues en que yo te escribo contándote todas mis aventuras y desventuras y tú me llamas después de recibir mis cartas para comentarlas y darme ánimos, que buena falta me van a hacer. Era eso lo que me proponías ¿verdad? Pues acepto encantadísima…y mil gracias, eres el ,mejor de los amigos.
Y como estaba segura al cien por cien de tu respuesta, ya he pensado un título para las futuras y apasionantes páginas que te voy a enviar, a ver qué te parece: “Cartas de una cancerosa, o cómo tomarse con cierta dosis de humor esta enfermedad” Me gusta porque suena a uno de esos novelones ingleses del siglo dieciocho que siempre me han chiflado: “Las desventuras de Pamela o el triunfo de la virtud”, “El vizconde lujurioso o la maldad siempre recibe su castigo”. Algo de ese estilo…
Hace unos días, hojeando mi cuaderno de citas (ya te hablaré de eso otro día, ahora no tengo tiempo) encontré dos que van muy bien con mi actual situación y con mi proyecto literario, así que te las copio:
“Hemos desperdiciado el día en que no nos hayamos reído ni una sola vez”.
“En pequeñas cantidades, la frivolidad es esencial; ausente ella, la tentación de sacralizar es inevitable”.
Vaya, pues no pienso sacralizar el cáncer, sólo faltaba, y voy a procurar reírme al menos una vez al día. Desarrollaré al máximo mi lado frívolo y trataré de que mis cartas nos sirvan a los dos de entretenimiento, y a mí además de alivio y desahogo porque en realidad estoy muy, muy asustada; trato de no pensar mucho, pero me viene a la cabeza todo lo que me espera dentro de poco y me entra un miedo horrible. Pero no te asustes, son flashes que llegan y se van rápidamente, los tengo perfectamente controlados.

Tú llámame cuando puedas, ya sabes lo mucho que me alegra oírte.

Un beso

No hay comentarios:

Publicar un comentario